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Texto: Hugo León
Es una ley de la vida que en algún momento dejemos de tener a nuestros padres cerca para poder disfrutar de su compañía, pedirles consejo y celebrarlos en su día, el tercer domingo de cada junio.
Este es un hecho triste, pero que se acepta con el tiempo. Sin embargo, lo que resulta más difícil de aceptar es cuando la distancia se anticipa debido a factores como la emigración y otras circunstancias de la vida.
Las estadísticas pueden no reflejarlo, pero el distanciamiento familiar es una de las consecuencias más comunes y dolorosas de la emigración. Esto ha sido especialmente cierto para los cubanos en las últimas décadas, y ayer, durante el día de los padres en la isla y en muchas partes del mundo, cientos de publicaciones y mensajes en redes sociales lo evidenciaron.
Algunos argumentarán que la emigración es un fenómeno global que ha existido desde siempre. Es cierto, pero eso no minimiza la tristeza de no poder abrazar a un padre por razones económicas o políticas.
Padres e hijos que se marchan
En el pasado, eran los padres quienes partían en busca de un futuro mejor, enviando remesas a sus hijos en Cuba. Esto fue así durante el éxodo del Mariel y la crisis de los balseros de 1994.
Actualmente, los hijos también forman parte de los que se van. De hecho, antes de que Biden anunciara el parole humanitario, de más de 300 mil cubanos que llegaron de manera ilegal a Estados Unidos, una gran parte eran jóvenes. Ocho de cada diez cubanos que emigran a ese país tienen entre 15 y 59 años, según fuentes del norte.
Estos mismos jóvenes que enfrentaron las travesías peligrosas de frontera y los riesgos de la selva o del Río Bravo ahora se enfrentan a una dura realidad: no poder abrazar a su padre en el día que siempre se ha dedicado a ellos.
Así fue este año para Gabriela, una joven de 21 años que emigró a España en enero. Según ella, los únicos momentos en que ha dudado de su decisión han sido en el día de las madres y ayer domingo, por no poder preparar el desayuno favorito de su papá y por no estar a su lado para consentirlo.
“Le envié 50 euros, pero sé que él hubiera preferido estar conmigo,” comentó a este medio, y nadie podría dudar que su padre siente lo mismo. Y, por supuesto, ella también hubiera querido estar con él.
No es lo mismo felicitarlo a la distancia y dedicarle una extensa publicación en Facebook; siento que le debo ese beso de hoy, aunque sé que él desea lo mejor para mí y que mi partida fue por eso, se limitó a expresar la joven.
La historia de Gabriela no es única. La separación causada por la crisis migratoria cubana afecta a miles de familias en el país y a aquellos que dejaron la isla en busca de un futuro mejor.