Lula da Silva tiene fe en que Cuba saldará su deuda con Brasil.

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Texto: Hugo León

“Negocios son negocios”, dice una antigua expresión que sugiere que en temas económicos es necesario dejar de lado la amistad. Esta es una lección que parece tener muy clara el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien, aunque es un ferviente amigo de Cuba, no está dispuesto a olvidar las deudas que la isla mantiene con el gigante suramericano.

El pasado lunes, Lula expresó su confianza en que Cuba —al igual que Venezuela— pagará sus deudas al Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), en el marco de la toma de posesión del nuevo director de esta entidad financiera brasileña.

De hecho, para Lula, la amistad es la clave para asegurar que Cuba salde sus deudas.

“Estoy convencido de que en nuestro Gobierno esos países pagarán porque son todos amigos de Brasil y, sin duda, cumplirán con la deuda que tienen con el BNDES”, mencionó durante el evento en Río de Janeiro.

Adicionalmente, el mandatario responsabilizó a su antecesor, Jair Bolsonaro, por el retraso en los pagos de estos países.

Según datos oficiales del año pasado, las deudas pendientes en financiamientos del BNDES para proyectos en Cuba ascendían a 227 millones.

Esta deuda, resultado del financiamiento de “proyectos de bienes y servicios” en varias naciones de la región, fue utilizada por Jair Bolsonaro en su campaña electoral para destacar que el banco entregaba fondos a países aliados de su gobierno.

En respuesta, Lula aclaró que el BNDES nunca otorgó dinero a países amigos del gobierno, sino que financió servicios de ingeniería a empresas brasileñas para proyectos en 15 naciones de América Latina y el Caribe entre 1998 y 2017.

Da Silva aseguró que el banco está recuperando todo lo que financió, aunque admitió que hay demoras en algunos contratos.

Según Lula, los países que no han cumplido con sus obligaciones, como Cuba, lo hicieron porque Bolsonaro decidió cortar relaciones internacionales con ellos, lo que generó un contexto en el que no cobraron y luego los acusó de incumplir.

La confianza del presidente brasileño contrasta con la situación de Cuba respecto a sus pagos de deuda.

A pesar de que el presidente Miguel Díaz-Canel ha instado en reiteradas ocasiones a sus acreedores a mantener la calma y ha afirmado que se cumplirán las obligaciones, la historia de Cuba con los impagos y los retrasos es extensa.

Desde los tiempos de Fidel, los acreedores de la isla han enfrentado dificultades; tras recibir miles de millones en préstamos y créditos para diversos fines, en la década de los ochenta, Fidel Castro declaró a Cuba en “default”, es decir, que el país no podía o no quería cumplir con sus obligaciones de pago.

Anteriormente, también se había negado a pagar las deudas contraídas por la Cuba republicana tras derrocar a Batista.

Además, recientemente la nación tuvo que enfrentar un juicio en Londres debido a una demanda presentada por un grupo de inversionistas que reclamaba el pago de una parte de la deuda cubana que habían adquirido.

En el caso de Brasil, en octubre de 2018, Cuba afirmó que saldaría su millonaria deuda, pero solicitó confianza y comprensión por las demoras. Un año después, la isla aún debía más del 85 por ciento del monto prestado por el BNDES para la construcción del Puerto del Mariel.

Tal como lo explican los analistas, es un derecho soberano de los Estados decidir si pagarán o no su deuda a sus acreedores internacionales, pero este derecho viene acompañado de consecuencias. Si un Estado no cumple con sus obligaciones financieras, su acceso a los mercados internacionales de capital puede verse limitado, lo que representa un golpe significativo para la nación.

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