Se puede afirmar que el verano en Cuba está a punto de comenzar, y con él, la temporada de playa se convierte en un plan seguro. Durante este periodo, hay un fruto que empieza a aparecer en cualquier franja de arena y mar de la isla caribeña: el mamoncillo. Esta diminuta y redonda fruta es muchas veces calificada como «comida de bobo» debido a su tamaño, la manera de disfrutarla y su aparente escasa pulpa.
Disfrutar del mamoncillo en la playa es todo un ritual. Aunque para muchos rememorar esta práctica pueda sugerir una costumbre exclusiva de los jóvenes, en realidad abarca a todas las personas que aprecian esta variedad de fruta tropical.
Para algunos, su sabor resulta demasiado ácido, mientras que otros consideran que es laborioso pelarlo y chuparlo, ya que queda muy poca pulpa. No obstante, hay quienes ven en él un verdadero desafío, llegando incluso a masticar la semilla.
La pulpa del mamoncillo, conocida como arilo, suele ser brillante y de un color salmón. A veces, presenta una textura fibrosa, lo que provoca que muchas personas no quieran lidiar con las pequeñas hebras del mamoncillo que quedan atrapadas entre los dientes.
La denominación de «comida de bobo» surge precisamente del esfuerzo que implica separar las fibras de la semilla, convirtiéndose en todo un ritual, a veces tedioso, para extraer unos cuantos pequeños sorbos de esta fruta.
Otros países en los que también abunda esta fruta son Colombia, Venezuela, Guyana Francesa, Guyana y Surinam.
A pesar del esfuerzo que requiere, los especialistas sugieren consumir esta fruta tropical, ya que es rica en vitaminas, especialmente en vitamina A. Además, cuenta con un alto contenido mineral que incluye calcio, fósforo y hierro.
Asimismo, puede contribuir al equilibrio de las personas con hipertensión, ya que posee propiedades depurativas que actúan como un diurético natural, ayudando a la eliminación de toxinas.
En este sentido, también mejora la función de la vejiga y los riñones, siendo ideal para quienes padecen de estas dolencias. El mamoncillo también destaca por su capacidad para mejorar la condición de los epitelios dañados por el consumo de tabaco.
No solo su ingesta es beneficiosa; en los campos cubanos, es un conocimiento popular que las hojas de la planta de mamoncillo son adecuadas para bajar la fiebre.