Foto: RL Hevia
En una venta de garaje en Cuba se puede descubrir una amplia variedad de objetos, desde un juego de vajilla incompleto por el uso hasta un vestido de la marca Shein recién llegado en el equipaje de un viajero; el blazer de la tesis de alguien, los tenis Converse que un amigo dejó al recibir su parole, o la ropa que un bebé prácticamente no llegó a usar…
A pesar de que la legislación que respalda esta actividad es relativamente nueva, desde tiempos inmemoriales en la isla, las personas han abierto puertas y ventanas para exhibir lo que desean vender. Aunque ha habido multas por actividad económica ilícita, generalmente ha habido más inspectores que hacen la vista gorda.
Esta forma de venta se originó a mediados del siglo XX en Estados Unidos como un método para liberar objetos en desuso sin deshacerse de ellos por completo, ya que otras personas podrían hacer uso de ellos; un principio que se mantiene en las ventas de garaje cubanas, que no requieren de un garaje en sí, sino que se llevan a cabo en cualquier lugar visible y concurrido, siempre que no obstruya el paso de los transeúntes. En Cuba, podrían denominarse ventas de portal.
En julio de 2021, el Ministerio de Comercio Interior emitió la Resolución 97, que aprobaba y regulaba las ventas de garaje como una modalidad de comercialización minorista eventual.
Según esta normativa, para poner en marcha la actividad, las personas no necesitaban licencias comerciales ni debían ser trabajadores por cuenta propia, pero sí tenían que solicitar permisos a la oficina designada del Consejo de la Administración Municipal y pagar una tarifa mínima no superior a 50 pesos diarios. Los artículos a comercializar debían ser de uso doméstico y personal, usados, seminuevos o nuevos.
Dos semanas después, el mismo ministerio derogó la normativa 97 y emitió la 102, donde se mantuvieron algunos elementos regulatorios, pero se eliminó la necesidad de que las autoridades otorgaran permisos y la obligatoriedad del pago. Desde entonces, correspondió a los Consejos de la Administración Municipal definir y divulgar los días específicos de la semana en que se autorizarían las ventas.
Esta flexibilización provocó un auge en la actividad, que ha crecido exponencialmente tanto en grandes ciudades como en áreas rurales de Cuba; sin embargo, en múltiples ocasiones parece que la situación se ha descontrolado, ya que bajo el término “ventas de garaje” también operan negocios que revenden artículos adquiridos en tiendas en MLC o que ingresan sin problemas por la Aduana.
De cualquier manera, las ventas de garaje han democratizado el panorama comercial cubano, al simplificar el proceso y reducir la burocracia en una actividad económica que, en última instancia, no representa un impacto significativo en el Producto Interno Bruto nacional; permite a las familias deshacerse de sus artículos “de lento movimiento” y, al mismo tiempo, brinda a los compradores potenciales otras opciones, más allá de las escasas y costosas ofertas de los comercios estatales.