Foto: Mario Luis Reyes
Guillermo Fernando López Junque, conocido como Chinolope, uno de los fotógrafos más destacados en la historia de esta manifestación en la isla, falleció este jueves a los 86 años, según informó La Fototeca de Cuba.
Nacido en 1935, Chinolope capturó momentos emblemáticos del desarrollo de la isla y publicó sus imágenes en reconocidas publicaciones como Life, Time y Paris Match, entre otras.
Después de escapar de una infancia en la que tuvo que realizar diversos trabajos para subsistir, incluyendo la venta de periódicos, comenzó su trayectoria como fotógrafo en Nueva York.
A lo largo de su extensa carrera, retrató a personalidades como Tennessee Williams, Jack Kerouac, Fidel Castro, Ernesto Che Guevara, Virgilio Piñera, Severo Sarduy, Julio Cortázar, Lezama Lima, Cabrera Infante, Octavio Paz y Eduardo Galeano, entre otros.
El fotógrafo, quien fue cercano amigo del célebre escritor José Lezama Lima, tuvo serios enfrentamientos con la burocracia revolucionaria, que le atribuyó un importante número de sus fotografías a los Estudios Revolución durante su inicio.
“Me dictaba párrafos completos para que yo los memorizara, él consideraba la memoria como un elemento fundamental. Era muy generoso conmigo, un hombre de gran profundidad y humanismo. Nunca nos separamos hasta su muerte. Siempre lo visitaba y él me preguntaba: ‘¿Chino, cómo va la resonancia?’, para que lo pusiera al tanto de lo que pasaba en la calle. Me dijo algo que nunca olvidaré: ‘hay quien es culto y es analfabeto, hay quien es analfabeto y es culto; lo que importa es la sensibilidad’,” relató sobre su amistad con Lezama Lima al periodista Mario Luis Reyes en una entrevista publicada en el medio independiente El Estornudo.
En su comunicado, La Fototeca señala: “Durante los años 60, realizó microdocumentales, entre ellos ‘Temporada en el ingenio’, que también fue el título del libro que publicó en 1985, con un ensayo introductorio de José Lezama Lima. En 1998, lanzó ‘El espíritu de Cuba’ junto al fotógrafo francés Eric Lobo.”
Chinolope creó su obra tal como la había concebido y nunca dejó de seguir sus propias convicciones creativas. En sus últimos años, vivió prácticamente en el olvido institucional y recibía a un círculo muy reducido de amigos en la precariedad de su apartamento en el municipio habanero de Mariano, donde conservaba algunos de sus archivos fotográficos, que no habían sido destruidos por el paso del tiempo y la falta de conservación.