Debido a esa característica del choteo cubano, que eleva a la sátira incluso los temas más serios, la palabra “patrocinador” se ha transformado en el tópico del momento, no solo en las redes sociales, donde continúan surgiendo memes y vídeos humorísticos, sino también en las charlas informales, ese espacio donde se gestan las verdaderas inquietudes cotidianas.
Como el asunto de mayor relevancia, el patrocinador se encuentra en las conversaciones de ambos lados del Estrecho de la Florida, aunque no precisamente por las mismas razones: los cubanos en la isla, en busca de alguien que los ayude a salir del país, y los que residen en Estados Unidos, preocupados por la especie de radiografía que las autoridades norteamericanas realizarán sobre sus finanzas e ingresos personales, así como por la responsabilidad que asumirán al encargarse legalmente de sus protegidos.
Este último aspecto ha generado diversas reacciones, como el video de Los Pichy Boys, en el cual un cubano llama a un familiar en Estados Unidos pidiéndole que le “tiro el salve” y este accede, pero luego cambia el número de teléfono.
El material audiovisual, aunque está grabado en un tono humorístico, aborda una cuestión significativa: no todos los cubanos que cumplen con los requisitos para actuar como patrocinadores están dispuestos a comprometerse. No se trata de una decisión que pueda tomarse a la ligera.
De acuerdo con la nueva normativa anunciada por Biden hace apenas unos días, el patrocinador debe garantizar que, al llegar a Estados Unidos, el beneficiario cuente con una vivienda segura y adecuada durante la duración del parole, así como proporcionarle acceso a necesidades básicas iniciales. Debe asistirle en la cumplimentación de toda su documentación, facilitar su acceso a opciones educativas, incluido el aprendizaje del inglés, y apoyarlo en la búsqueda de empleo.
Además, es responsabilidad del patrocinador cubrir cualquier gasto por necesidades médicas o emergencias del beneficiario durante la duración del parole, o al menos en la fase inicial de su asentamiento. En otras palabras, debe orientarlo en su adaptación a la nueva vida.
En la práctica, esto es lo que los cubanos residentes en Estados Unidos han estado haciendo históricamente con sus familiares en Cuba: sacarlos por las vías que les han sido posibles, muchas veces alojándolos en su propio hogar durante los primeros días y luego manteniéndose en contacto como una especie de tutores.
Sin embargo, hay una gran diferencia entre actuar por amor, por solidaridad de causa, y firmar un documento de responsabilidad legal, lo que implica que el potencial patrocinador debe estar completamente seguro de que su familiar o amigo será responsable con la palabra dada una vez que llegue a Estados Unidos, ya que cualquier imprevisto podría llevarlo a verse involucrado en un litigio.
La nueva opción de parole apenas ha comenzado. El desarrollo de este proceso, cuántos cubanos encontrarán a su patrocinador y cómo les irá una vez logren “brincar el charco” es una historia que Cuba Noticias 360 seguirá relatando.