Foto: Luis Silva | Instagram
Texto: Hugo León
“Desde enero estoy esperando eso, desde enero y no sólo yo, una pila de gente está esperando eso desde enero pero qué va, así no se puede, ya la gente está nerviosa”, comenzó diciendo Luis Silva en el último capítulo de Vivir del Cuento, titulado “No somos nada”.
La tan mencionada espera, que resuena con miles de cubanos debido al parole humanitario que aún no llega a los solicitantes de los primeros días del año, finalmente estaba relacionada con el café, uno de los productos más queridos en la isla que, lamentablemente, ha estado enfrentando irregularidades y retrasos en la entrega de su cuota.
“El café, que lo llevan anunciando hace tiempo, o acaba de llegar”, contestó Pánfilo a Leopoldino, quien pasaba y, como buen cuadro cederista del barrio, se mantenía atento a todo lo que se decía en la sala de su vecino.
Pasaron poco más de 30 minutos del episodio y el equipo de Vivir del Cuento llevó a cabo una breve pero incisiva recapitulación sobre productos que faltan desde hace semanas y otros, como el pescado, que no se han vuelto a ver en las bodegas a pesar de que el país está rodeado de mar.
Además, criticaron de manera humorística el estado en el que llegan ciertos productos, como la sal -que, según Pánfilo, llega a granel y húmeda-, y la respuesta de Leopoldino fue nuevamente la de un “cuadro” fiel y resignado: “es muy fácil criticar, lo importante es que vino”.
Mientras Pánfilo sufre por no haber podido tomar café en días, Chacón intenta conquistar a una joven a través de favores y regalitos que busca usar para sorprenderla.
El vecino necesitará la ayuda de Pánfilo, con quien intenta intercambiar papeles para impresionar a la bella pelirroja, interpretada por la actriz Andrea Doimeadios.
Milenita, la pareja de Chacón, pronto lo pondrá en aprietos, al igual que los precios a Pánfilo y Chequera. Estos dos personajes reflejan que en las pequeñas tiendas particulares se encuentra café y otros productos, pero a precios inalcanzables para muchos cubanos comunes.
Paralelamente, Chacón se mete en un lío al inventar una historia para salir de casa en busca de su nueva conquista y termina en una funeraria, llorando por alguien que ni siquiera conoce, y más tarde se encuentra con Isidoro y Cachita, quienes sí estaban de luto.
La necesidad de Pánfilo por tomar café es tan grande que lo lleva a la misma funeraria donde está Chacón, y allí descubre que la venta de este producto está racionada y como cada entidad brinda ofertas ridículas con los pocos insumos disponibles.
No podía faltar, el vecino apagón también llegó a la funeraria, así como la burocracia, que en Cuba es un hecho real y existe incluso para comprar café.