Fotos: Cortesía del entrevistado
Osamu Menéndez, hijo de dos figuras emblemáticas de la cultura cubana, el músico de «Grupo Mezcla» Pablo Menéndez y la reconocida actriz Adria Santana, nunca imaginó convertirse en cantante al inicio de su trayectoria musical.
Hizo su presentación en la escena cubana como guitarrista en los años 90 con el grupo Havana, que llegó a ser una de las bandas más populares del rock alternativo en Cuba, en un período en que la isla enfrentaba los momentos más difíciles del Período Especial y la música se convertía en un aliciente tanto para los artistas como para la juventud, que poco a poco comenzaba a abrirse a géneros más allá de la trova y los ritmos caribeños.
Para él, ser cantante fue más una necesidad que una meta, como comenta.
Era guitarrista de Havana, y mis referentes de cantantes eran grandes virtuosos como Robert Plant o Freddie Mercury; nunca pensé que podría cantar así. Con el tiempo empecé a escuchar rock en español y a otros músicos que llenaron estadios con sus shows y ganaron múltiples Grammy, incluso sin tener aquella “gran voz” que creía necesaria para ser vocalista.
En ese entonces estaba en México y había compuesto algunas canciones que no había logrado grabar. Una vez que dejé la banda, una amiga se ofreció a financiarnos un disco, y yo –que no soy de esperar por las cosas– acepté la propuesta de inmediato. Tomé el dinero, volví a Cuba y, junto a grandes amigos y músicos como X Alfonso en los teclados y Oliver Valdés en la batería, grabé mi primer disco. Así comenzó mi viaje como cantante.
Posteriormente, tomé cursos de ingeniería musical que me fueron de gran utilidad. Compré una computadora, una tarjeta de sonido y un micrófono; eso me otorgó mucha independencia. A partir de mi segundo disco empecé a experimentar y a hacer prácticamente todo por mí mismo.
Para Osamu, es muy beneficioso que los músicos, además de tocar un instrumento, también se interesen por aprender sobre técnica vocal y producción.
Aún me queda mucho por aprender; hay quienes, además de cantar, conocen sobre arreglos y producción, e incluso se atreven a realizar sus propios audiovisuales. Es esencial familiarizarse con lo básico de marketing para poder promocionar tu trabajo o al menos comprender cómo lo hacen otros. Al final, quien crea que ser músico se reduce a tocar un piano, guitarra o cualquier instrumento, está muy equivocado; hay mucho más por hacer en esta carrera.
¿Qué es lo primero que te viene a la mente cuando piensas en tu primera agrupación, Havana, que conquistó al público cubano en el momento de su debut?
Havana significó un antes y un después en mi vida y me aportó muchísimo. Uno de los recuerdos más gratos del grupo son los ensayos en los que trabajábamos juntos, o las veces que X (Alfonso) me pasaba a buscar en su bicicleta y yo lo acompañaba en la mía, corriendo por todo El Vedado hasta llegar al lugar del ensayo.
¡Entrábamos con la adrenalina al máximo para mostrar nuestras ideas y descubrir sonidos que luego plasmábamos en los escenarios! También disfrutaba mucho de andar en bicicleta por toda la ciudad pegando carteles para promocionar nuestros shows y luego llegar al concierto y ver el lugar lleno de personas ansiosas por escuchar nuestra música.
Hacíamos solo un par de covers al final de la presentación; todo lo demás eran canciones propias, y era emocionante que a la gente le gustara.
¿Cuál es para ti el mayor reto de ser músico?
Lo más difícil y frustrante es que, después de invertir en buenos instrumentos y equipos para producir tu música, y tras dedicar tanto tiempo a componer y encontrar los sonidos, la gente a veces deshecha las canciones sin tomarse el tiempo para realmente escucharlas y disfrutarlas. Por suerte, no me ha pasado con frecuencia, lo cual me llena de felicidad.
¿Has dedicado alguna de tus canciones?
¡Sí, claro, a un montón de personas!
¿Hay alguna historia especial detrás de esas dedicatorias?
He dedicado varias de mis composiciones a mi esposa y a aquellas personas que se dedican a hacer la vida difícil a los demás, criticando y hablando mal. También a políticos… Una de las canciones de mi nuevo disco se titula “Mundo nuevo” y hace referencia a la situación actual; la escribí después de perder la fe en lo que dicen los noticieros y los políticos.
Además, compuse una canción para mi madre, quien falleció hace ya 11 años. En ese momento, ella estaba en el hospital con cáncer terminal y no quería seguir luchando con los tratamientos. La canción se llama “La vida puede cambiar” y tuve el placer de interpretarla junto a Leoni Torres. En ella le decía a mi madre que la vida puede cambiar dependiendo de nosotros y de lo que hagamos.
¿Cómo es para ti el proceso creativo? ¿Qué es lo primero que haces cuando estás preparando un nuevo tema?
El proceso creativo siempre varía. A veces ando pensando en una melodía, me enfoco en darle forma a esa idea y luego pienso en la letra. Otras veces, las ideas llegan de la nada. Así sucedió con este nuevo disco que estoy trabajando; me desperté una mañana a las tres y, preocupado por mejorar la letra de una canción, empecé a trabajar en ella. Pero me quedé despierto porque comenzaron a surgir más ideas; tomé otra hoja y escribí una canción pensando en alguien con Alzheimer, una enfermedad muy triste que he conocido a través de mi abuelo.
De tus canciones, ¿cuál es tu preferida o con la que más te emocionas cuando la cantas?
Esa es una pregunta complicada. Se le tiene cariño a todas las canciones que uno escribe e interpreta. La emoción también depende del estado de ánimo del momento. Me emociona mucho cantar “Ya no más” o “Ajedrez”, así como “Otro amanecer”, que trata sobre los cubanos y la emigración.
En el video de “Otro amanecer”, varios artistas cubanos emigrados muestran lágrimas en sus ojos, un testimonio de cómo la canción los tocó en lo profundo. Dejar atrás Cuba es un tema muy sensible para quienes lo han vivido y también para aquellos que piensan en dar ese paso.
Hace algunos años, el músico reside en Miami, Estados Unidos, pero no renuncia al público cubano ni a las raíces que lo formaron.
¿Cuba se extraña?
La verdad es que no me considero alguien muy apegado a nada; uno nace solo y debe intentar construir su vida en el lugar donde se sienta bien. Sin embargo, de vez en cuando, me invaden intensas ganas de estar con la familia, y una profunda nostalgia por mi barrio y por mis amigos.
También siento nostalgia al tocar en Cuba. De hecho, lo que más disfruto en la vida es tocar en Cuba.
En Miami me siento bien porque puedo tocar en lugares donde la mayoría de la audiencia es cubana, pero realmente, lo que más me gusta es tocar en sitios como el Submarino Amarillo o la Fábrica de Arte en La Habana. ¡Tocar para los cubanos!
¿Cómo es tocar para cubanos en Miami? ¿Cómo ves la escena en Miami para el rock, para la música que haces?
Hay muchos lugares donde presentarse, lo cual es bueno, pero también es complicado, ya que te enteras de que a 20 minutos de donde vives o donde tienes actuando, ese mismo día tocará Metallica, Guns N’ Roses o alguna otra de las bandas más famosas del mundo. Competir contra eso no es fácil.
Para los cubanos, hacer rock en Miami presenta ciertas dificultades, pues es una ciudad enorme y muchos amantes del rock aquí prefieren asistir a los conciertos de las grandes agrupaciones. Además, no existe mucho movimiento de rock en español. Lo habitual es que toquemos en lugares más pequeños, con capacidades de 100 a 200 personas.
Pese a la competencia, imagino que debe ser impresionante disfrutar de esas bandas de las que seguramente también eres seguidor.
No es por hacer envidia, pero… vengo de un concierto de Guns N’ Roses -dice entre risas.
¿Cómo equilibras tu carrera musical con la vida familiar y el resto de tus obligaciones?
En mi caso, desde hace muchos años tengo claro que la música es mi prioridad. No está por encima de la familia, pero sí es lo más importante después de ella. En el caso de mi esposa, siempre supimos que para mantener una buena relación era necesario respetar mi trabajo con la música, independientemente de si generaba ingresos o no, porque la música es una necesidad vital para mí.
La clave es encontrar un equilibrio. No puedo olvidar el mundo por hacer música, pero tampoco debo descuidar la música y centrarme solo en otras cosas que a veces son más rentables. También me doy tiempo para mi hijo, para salir con mi pareja y, en definitiva, disfrutar de mi familia.
¿Cuál es tu mayor sueño?
En el ámbito musical y profesional, mi mayor sueño es salir de gira durante un año, tocando mi música sin cesar en la mayor cantidad de lugares posible, incluyendo Cuba, por supuesto. Me considero privilegiado porque, siendo cubano y emigrante, toco bastante aquí en Miami, pero me encantaría hacer una gira por diferentes países y ciudades para presentar la música que hago.
En un plano más personal, mi sueño es que las cosas mejoren en mi país, Cuba, y que la gente no se vea obligada a emigrar.
Osamu comentó en exclusiva para Cuba Noticias 360 que se encuentra trabajando en su octavo disco, aún sin título, y planea finalizarlo antes del verano. Anunció que habrá sorpresas en esta producción, incluyendo una colaboración con un cantante que ha vendido millones de discos y de quien es admirador. Los detalles se revelarán una vez que haya grabado la canción.