Pablo Milanés: un recorrido cronológico por su música.

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Foto: Cordon Press

La obra de Pablo Milanés no puede ser reducida a letras, ni siquiera a canciones, y mucho menos a fechas. Se necesitarán numerosas antologías para captar toda la grandeza de su arte, y aun así, nunca será suficiente.

La maravilla de su poesía se perpetuará en sus más de 600 canciones y más de 50 discos, aunque todo esto será solo una fracción del vasto legado que deja Pablo al mundo y a su isla.

Para comprender la vida de Pablo, es necesario sumergirse en su obra musical; hay que escucharlo cantar sobre sus amores y desamores, a José Martí, a Yolanda, a Santiago, a la soledad, a ese breve espacio, al cantor y a la felicidad. Pero también es crucial saber que pensó en Cuba y la añoró como si alguna vez le faltara.

Desde su primera composición en 1963, “Tú, mi desengaño”, el filin se integraría de forma indisoluble a la vida de Pablo y a los emblemáticos clubes habaneros que dieron a conocer sus composiciones durante toda la década de 1960.

 

“Mis veintidós años”, “14 pelos y un día”, “Pobre del cantor” o “Para vivir” se presentan para abordar el amor y la sociedad a través de un lenguaje musical renovado, único en su fusión de nuevos caminos sonoros sin dejar de lado las tendencias más clásicas.

Esos años también fueron fundamentales para que Pablo se uniera al Grupo de Experimentación Sonora, un espacio central en su carrera. En esos momentos, nacieron temas como “Los caminos” y “Yolanda”, este último uno de los himnos musicales que atesora la cultura cubana, resultado del amor entre su autor y Yolanda Benet, un matrimonio de seis años que dio como fruto, además de bellas canciones, a sus hijas Lynn, Liam y Suylén.

 

En 1975, con “Versos Sencillos”, el cantautor ofreció su primer regalo discográfico a la historia musical cubana. Así dejó registrada su voz, una de las más grandes de la Nueva Trova, convirtiendo en canción la poesía de otro de los grandes de la isla.

Los años 80 marcarían varios hitos en la obra de Pablo con álbumes como “Yo me quedo”, “Comienzo y final de una verde mañana”, “Proposiciones” y “Querido Pablo”, este último grabado en colaboración con grandes músicos como Chico Buarque, Mercedes Sosa y Luis Eduardo Aute, entre otros.

 

Además, en lo personal, esos años vieron el nacimiento de su cuarta hija, Haydée Milanés, fruto de su relación con la modelo Zoé Álvarez.

En 1980, comenzó la serie “Años”, que continuaría con un segundo volumen en 1986 y un tercero en 1990. Esta trilogía trajo a la voz de Pablo lo mejor de la música tradicional cubana, incluyéndose compositores como Sindo Garay, Miguel Matamoros y Manuel Corona.

Con su carrera en pleno auge, tanto a nivel nacional como internacional, en 1988 decidió embarcarse en otro ambicioso proyecto musical con la gira “Amo esta isla”, ofreciendo más de 22 conciertos por toda Cuba y presentaciones en todos los barrios de La Habana.

Posteriormente llegaron otros obsequios discográficos como “Identidad”, “Canto de la abuela”, “Orígenes” y “Despertar”, entre otros. Sin duda, los años 90, a pesar de la complicada situación económica en Cuba, llevaron a Pablo a ampliar sus horizontes creativos, estableciendo una Fundación sin ánimo de lucro para el desarrollo de la cultura cubana en sus diversas manifestaciones, así como una revista multidisciplinar, una emisora radial y una editorial, entre otras iniciativas.

“La Fundación tuvo una vida corta, pero ayudó a visibilizar a determinados artistas y fue una forma de expresión de la visión integral y multidisciplinaria de la cultura cubana que tiene el trovador, fusionando tradición y modernidad”, afirma la web oficial del recientemente fallecido artista.

Los años 90 también presenciaron la larga relación de Pablo con la pintora y escritora mexicana Sandra Pérez, con quien tuvo su cuarto hijo y de cuyo amor brotó otro de sus emblemáticos temas de amor: “Sandra”.

Con “Pablo Querido” se inauguró el siglo XXI, un homenaje a la obra del trovador en el que participaron destacados artistas latinoamericanos como Fito Páez, Caetano Veloso, Gal Costa, Lucecita Benítez, Pancho Céspedes, Los Van Van, Ivan Lins, Tania Libertad y Eugenia León.

 

En 2004, Pablo conoció a su última esposa, la historiadora española Nancy Pérez, con quien tuvo dos hijos más y quien lo acompañó en su carrera artística hasta sus últimos días.

En la primera década de los 2000, varios de sus trabajos fueron premiados, incluyendo el disco “Como un campo de maíz” que obtuvo el Grammy Latino al Mejor Cantautor y “AM/PM, Líneas Paralelas”, ganador de otro Grammy Latino al Mejor Álbum Tropical Tradicional. En 2015 recibió el Latin Grammy a la Excelencia Musical.

Sus colaboraciones con otros músicos también marcaron momentos importantes durante esos años. Ejemplo de ello son los dos álbumes realizados junto al destacado pianista cubano José María Vitier, con quien publicó “Canción de otoño” en 2014 como homenaje, a piano y voz, a más de una docena de poetas latinoamericanos y, posteriormente, en 2019 rescataron piezas antiguas de la trova decimonónica cubana en el disco “Flor oculta de la Vieja Trova”.

 

Dos años antes, Pablo participó en el disco “Amor”, un homenaje de su hija Haydée que compila temas clásicos de la obra del cantautor, del cual se desprende una Edición Deluxe que reúne a grandes voces como Fito Páez, Omara Portuondo, Silvia Pérez Cruz y Pancho Céspedes, entre otros.

 

En 2019, sus seguidores vieron nacer un proyecto que generó alegría por la posibilidad de escuchar al artista en inglés, un guiño a aquellos años 60 en que recorría los clubes nocturnos habaneros. Este trabajo, titulado “Jazz Standars”, fue grabado junto a tres extraordinarios jóvenes músicos de jazz cubano: Rolando Luna, Gastón Joya y Ramsés Rodríguez.

 

El pasado año 2021 se lanzó una “Antología Personal”, un proyecto que cerraría la extensa carrera discográfica del artista, con dos álbumes que contienen 21 canciones, posiblemente las más míticas de su trayectoria.

A inicios de 2022, el cantautor vivió uno de los momentos más tristes de su vida con el fallecimiento de su hija Suylén debido a un accidente cerebrovascular. La encargada de dar la noticia en aquel momento fue su esposa Nancy, quien estuvo a su lado hasta el final y quien en 2014 decidió donarle un riñón para poner fin a la insuficiencia renal que padecía el cantautor.

Mientras su salud se lo permitió, Pablo continuó sobre los escenarios, componiendo y colaborando con otros artistas, especialmente con jóvenes músicos que siempre encontraron inspiración en su calidad artística y humana.

Tras varias jornadas hospitalizado en Madrid, la noticia de su muerte hoy ha conmocionado al mundo entero. No solo en Cuba se han hecho sentir los homenajes y los recuerdos hacia uno de los más grandes cantores de la isla.

Son pocas las líneas que se pueden dedicar a Pablo, mucho menos los intentos de compendiar su obra; la grandeza de su trabajo y su amor solo caben en el aplauso interminable de sus admiradores y en el recuerdo eterno que le brindará su tierra.

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