Pastelitos de guayaba: un deleite para el paladar… y también para el bolsillo.

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Fotos: RL Hevia

Texto: Hugo León

Entre los postres cubanos más emblemáticos y sabrosos se encuentra, sin duda, el pastelito de guayaba. Este dulce es ampliamente conocido en la isla, pero con el tiempo y el incremento acelerado de los precios, se ha transformado en un pequeño lujo al que no todos pueden acceder.

¿Quién no disfrutó de uno de estos al salir de la escuela? Su precio oscilaba entre tres y cinco pesos, y después de las 4:20 pm, era fácil encontrarlos en prácticamente cada esquina. Eran el refrigerio perfecto para saborear en el camino a casa.

¿Y cómo no evocar con nostalgia esos momentos si lo que para muchas generaciones de cubanos fue un dulce cotidiano, hoy cuesta 20 veces más que hace diez años? Efectivamente, el costo de los pastelitos más básicos que ofrecen los dulceros en bicicleta en La Habana alcanza los 60 pesos, y en algunas cafeterías, incluso 100, sin mencionar las pastelerías de «alta gama» donde pueden llegar a costar hasta 200.

Para entender esta escalada de precios, es fundamental recordar las célebres panaderías Sylvain, que solían vender dulces más elaborados pero a precios mucho más elevados, en el ya extinto CUC.

El límite de precios se transformó con la apertura de estos establecimientos y desde entonces no ha hecho más que aumentar. Ahora, con los Sylvain desaparecidos, sumados a los efectos de una pandemia y el proceso de reordenamiento, las cafeterías y dulcerías privadas han tomado su lugar, aunque la historia sigue siendo la misma: en pocos años, adquirir dulces en Cuba se ha convertido en un lujo.

Conversando con un vendedor ambulante, Cuba Noticias 360 confirmó lo que muchos sospechaban: una gran parte de los “pasteleros” no elabora los dulces, sino que tienen acuerdos para comprarlos en lotes y revenderlos en la calle o en cafeterías.

“En realidad, creo que son pocos los que producen los dulces para venderlos”, comentaba el joven habanero, resaltando las dificultades para obtener azúcar, harina y otros insumos esenciales. “El dulcero nos fija un precio y nosotros salimos a venderlos, ganando entre 10 y 20 pesos por pastel, dependiendo de la cantidad que compremos”, añadió.

Más por curiosidad que desconfianza, este equipo de reporteros visitó diversas cafeterías en La Habana y efectivamente, los dulces llegan en docenas cada pocos días, dependiendo de la demanda.

hombre adulto comiendo en las calles de La Habana

¿Bajarán los precios de los pasteles y otros dulces en Cuba?

Sin embargo, para uno de los dueños de una dulcería abierta hace un par de años en el Vedado, la historia y las razones de los precios son distintas. Según él, lo que vende es realizado por sus empleados, lo que implica pagar salarios, costos elevados de materias primas y mantener el local arrendado. En resumen: asegura que aunque quisiera, no puede vender a un precio más bajo.

Considera que la solución radica en una reducción de los precios de la materia prima, en el incremento de la producción interna y en que el Estado facilite tiendas mayoristas donde sea más accesible y económico adquirir productos.

No obstante, el 2024 no parece ser el año en que esto suceda. Sobre una posible disminución de precios, el joven menciona que “ahora está complicado”. “El principal inconveniente es que los elementos básicos para los dulces: harina, azúcar y huevos, tienen costos elevados y muchas veces hay que importar estos insumos”, reflexionó.

Aun con esto, los precios en la calle siguen siendo similares, pero los vendedores no emiten factura. Sin embargo, a veces es necesario comprar en esos lugares para poder continuar trabajando, reconoció.

Con todo esto en perspectiva, es más fácil entender por qué los pastelitos y otros dulces son mucho más caros que antes. Lo difícil, por supuesto, es explicarle esto a los niños, muchos de los cuales no pueden disfrutar de los pequeños placeres que sus padres saboreaban en el pasado.

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