Fotografías: Manuel Larrañaga
Redacción: Karla Castillo
A lo largo del 2020, la crisis sanitaria provocada por la pandemia de Covid-19 llevó a la cancelación, modificación o aplazamiento de muchos eventos culturales y de otro tipo. Sin embargo, hay tradiciones que han demostrado ser resistentes a las adversidades, como la peregrinación al Santuario de San Lázaro, ubicado en el Rincón.
Al cerrar un año tan turbulento y con la esperanza de que el santo imbuya de mejores tiempos al que está por venir, los fieles aprovecharon la oportunidad para visitar el Rincón, en honor a San Lázaro, una deidad vinculada, entre otras cosas, al cuidado de la salud.
Por supuesto, la peregrinación tuvo características particulares este año, un hecho lógico ante la situación que atraviesa la Isla, donde se han implementado medidas sanitarias para mitigar la propagación del virus y se ha intensificado la tensión por la postura del Estado cubano, especialmente tras los acontecimientos relacionados con el Movimiento San Isidro y el Ministerio de Cultura.
Desde la llegada al paradero de Santiago de las Vegas, se percibía un notable aumento en la seguridad en comparación con años pasados: varios oficiales de policía se encontraban cada pocos metros, acompañados por los conocidos “boinas negras” y una considerable cantidad de agentes de civil mezclándose entre los peregrinos.
El camino hacia el Santuario debía realizarse a pie, independientemente de si se había prometido algo, ya que los vehículos y otros medios de transporte comúnmente disponibles no estaban accesibles en esta ocasión.
Aunque la caminata ya es exigente por la distancia a recorrer, la situación se complicó aún más debido a la escasez de puestos de comida y bebida. A lo largo del trayecto, apenas había más de cinco carpas instaladas por el gobierno que ofrecían algunos productos esenciales, considerando el esfuerzo físico necesario bajo el ardiente sol cubano.
Al respecto, un peregrino que asistía al evento compartió su opinión con Cuba Noticias 360, comparando su experiencia con la de otros 17 de diciembre, incluso de antes de la revolución. Mencionó que, al menos, el acceso a agua y café en varios puntos del recorrido podría ser facilitado, algo que no debería ser un gran esfuerzo para el gobierno cubano.
Quienes han visitado el Rincón en estas fechas son conscientes de que una multitud suele congregarse en este lugar, donde se puede ver a muchos cumpliendo sus promesas a San Lázaro. Algunos acuden arrastrándose, cargando piedras, o caminando sobre sus rodillas; otros se quitan el calzado y llegan descalzos al santuario. En esta ocasión, el 17 de diciembre, la asistencia fue notablemente menor.
Como se había anunciado, la imagen del santo, conocido en la religión yoruba como Babalú Ayé, recibió a los feligreses en la entrada de la iglesia, donde se celebraron misas oficiadas por sacerdotes de diversas regiones del país, junto al cardenal de Cuba, Juan de la Caridad García Rodríguez.
En el suelo se podían ver flores, cera de velas; en el ambiente resonaban rezos, música gospel, e incluso lágrimas. Salud, prosperidad y un futuro mejor son las constantes súplicas entre quienes visitan el santuario. «¡La visa!» exclamaba una mujer a una imagen de San Lázaro mientras llevaba a sus dos nietos. «El cubano lo ha perdido todo, pero no ha perdido la fe,» afirmó.