Fotos: Jara S.R.L. | Facebook
En una época en que la harina de trigo importada por el Estado no es suficiente para asegurar el pan de la canasta familiar normada, y donde las mipymes aumentan constantemente el precio de cada kilogramo, que actualmente ya supera los 400 pesos, el cubano parece condenado a privarse —además— de aquel pan que solía disfrutar a diario.
Y al hablar de prescindir del pan, hablamos también de croquetas, panetelas, galletas, pizzas y otras muchas preparaciones que, elaboradas con la conocida harina de Castilla, antes alegraban el día de cualquier persona, y ahora se venden a precios exorbitantes.
De provincia en provincia y de reunión en reunión, los funcionarios del gobierno instan a buscar soluciones locales a los problemas. Sin embargo, en el juego de la macroeconomía siguen dependiendo de los grandes cargueros de trigo europeo o, en última instancia, permiten que las mipymes importen contenedores de este grano salvador. Solo en raras ocasiones optan por producir en la isla los posibles sustitutos nacionales.
Con esta pesada carga, la mipyme Jara S.R.L. se ha enfrentado múltiples veces a la crisis, un emprendimiento que, a diferencia de otros que utilizan sus dispensas arancelarias para importar y revender, se enfoca en la obtención de alimentos tradicionales y en la economía circular, un modelo de producción y consumo que promueve el compartir, arrendar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes durante el mayor tiempo posible.
Fundada y en crecimiento en la provincia de Sancti Spíritus, Jara S.R.L. está compuesta por profesionales de diversas disciplinas, incluidos economistas reconocidos. Se dedica a ofrecer servicios de losa sanitaria para el sacrificio de ganado porcino, así como a la producción y comercialización de carnes de cerdo, embutidos y grasas, además de piensos líquidos para alimentación animal a partir de subproductos.
En tiempos recientes, han incorporado lo que parece ser su producto estrella: la harina de yuca, una elaboración que inicialmente producían solo para extender sus embutidos, pero que ha demostrado tener su propia relevancia, especialmente a raíz de la crisis más reciente de harina de trigo en Cuba.
Según declaraciones de Frank Rafael Quesada Espinosa, economista y profesor universitario, además de uno de los pilares de Jara S.R.L., esta harina es sin gluten, no contiene manipulaciones genéticas (no GMO) y, sobre todo, es mucho más económica que la harina de trigo. “Por muy caro que se pague la yuca al campesino, de todos modos se reduciría el precio a la mitad”, ha explicado el experto.
Sin embargo, el principal desafío que enfrenta en este momento Jara S.R.L. para continuar desarrollando esta importante línea de producción es la falta de motivación entre los campesinos para cultivar la yuca en cantidades suficientes. Esto dificulta mantener un ritmo de producción constante y, por ende, hace imposible escalar la producción a gran escala.
Campesinos consultados por Cuba Noticias 360 han confirmado que, de todos los tubérculos, la yuca es la que menos dura, ya que desde su extracción de la tierra hasta que comienza a deteriorarse solo hay un margen de tres días para procesarla. Además, los guajiros que la cultivan no cuentan con muchos incentivos para su cultivo, más allá de ser considerados un renglón priorizado que contribuye al programa de soberanía alimentaria, algo que resulta más vital en teoría que en la práctica cotidiana del cubano.
En provincias como Ciego de Ávila y Camagüey, donde otros emprendimientos también han hallado fórmulas particulares para la harina de yuca, los productores igualmente se enfrentan a barreras similares. La falta del equipo adecuado se soluciona con innovaciones tecnológicas y voluntad de trabajo, pero sin la materia prima necesaria, las maquinarias no pueden ponerse en marcha.
En Sancti Spíritus, Ciego, Camagüey y en cualquier lugar donde prosperen iniciativas como esta, a pequeña escala, lo ideal sería que las autoridades gubernamentales dejaran de mirar con recelo a la iniciativa privada y de aplicar los mismos criterios a quienes importan para revender y a quienes producen, especialmente si se trata de alimentos accesibles para el cubano de a pie.
Mientras esperan que se eliminen de una vez por todas —y no solo en el discurso de los políticos— los obstáculos burocráticos, los socios de Jara S.R.L. ofrecen en la Feria Agropecuaria dominical un producto con el que los espirituanos han aprendido a hacer hasta croquetas y panetelas, en medio de una crisis alimentaria que ya se ha prolongado demasiado.