Foto: Cuba Noticias 360
En medio de una crisis energética que parece ser cíclica –a pesar de que las autoridades del país afirman que están trabajando en soluciones– los rusos se presentan, como un eco de la década de los 80, como la posible salvación en el ámbito energético.
Frente a la incapacidad de resolver las constantes averías de las obsoletas termoeléctricas en la isla, el gobierno cubano ha mirado hacia Rusia para “apoyar el desarrollo de las energías renovables en la nación caribeña”.
La nueva inversión se dio a conocer esta semana en el Foro de San Petersburgo, un evento considerado como una plataforma clave para fortalecer vínculos y establecer compromisos de colaboración con países latinoamericanos.
Durante la reunión, el viceministro de Energía de Rusia, Evgueni Grabchak, afirmó que “en lo referente a la construcción de centrales y redes, es principalmente con Cuba con la que mantenemos una colaboración intensa”, aunque aún no se observan resultados concretos.
Entonces, ¿cuáles son sus objetivos? La nueva estrategia se centra en proyectos energéticos vinculados a la construcción de instalaciones de energía renovable, una alternativa que ya ha comenzado a desarrollarse en Cuba con la implementación de varios parques fotovoltaicos provenientes de China.
Aunque la escasez de información pública en la isla dificulta entender si la intención rusa está relacionada con la instalación de los 92 parques solares bajo contratos para la generación de energía “que están firmados y en marcha”, es evidente que no es la única área de interés para uno de los principales socios estratégicos de Cuba.
En 2023, ambos países discutieron “la construcción de nuevas capacidades generadoras para centrales hidroeléctricas en la Isla”, según EFE, aunque este tema solo fue mencionado en un comunicado de prensa del ministerio ruso.
Además, en marzo de 2024, Rusia envió a Cuba un buque con 650,000 barriles de crudo –valorados en casi 50 millones de dólares– para mitigar su crisis energética, tras un año sin realizar ningún envío.
Esto ocurrió, según medios especializados, después de que Venezuela exportara solamente un promedio de 35,000 barriles diarios, por debajo del promedio de 57,000 de 2023.
Lo cierto es que, más allá de los acuerdos y negociaciones, el panorama energético en Cuba continúa siendo “oscuro”. Que la solución a una crisis energética sostenida durante los últimos años dependa de las acciones benéficas de otro país pone de manifiesto la escasa viabilidad de un sistema que lucha, a cualquier costo, por mantener la luz encendida.