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En estos días se conmemoran seis años de la histórica visita de Barack Obama a La Habana, en marzo de 2016, un acercamiento inimaginable décadas atrás y que no tuvo una larga duración, en parte debido a la política de Donald Trump. Sin embargo, demostró que existen posibilidades para establecer una mejor relación, siempre que haya interés.
Obama llegó al Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana, acompañado de su familia, bajo un aguacero constante que muchos interpretaron como una bendición tanto para él como para el pueblo cubano que lo recibía. Fue la primera vez desde 1928 que un presidente de Estados Unidos viajaba a Cuba, cuando Calvin Coolidge hizo su visita en un buque de guerra.
Minutos después de aterrizar, en la cuenta de Twitter del entonces presidente se podía leer «¿Qué bolá Cuba?», una expresión coloquial cubana para preguntar «¿Cómo está Cuba?». Nunca antes un presidente de Estados Unidos había gozado de tanto cariño en la Mayor de las Antillas.
Obama describió su visita como una oportunidad histórica para conocer realmente al pueblo cubano y escucharlo. Reiteró en varias ocasiones su deseo de que este tipo de visitas se convirtieran en algo natural para las generaciones futuras.
No obstante, esas «futuras» generaciones se han alineado más con el antiguo concepto de mano dura hacia La Habana, una política que, como bien se sabe, beneficia a muchos y afecta, sobre todo, a quienes residen en la isla.
El embargo económico, que lleva más de 55 años vigente, no impide la construcción de modernos y grandes hoteles, y las sanciones contra militares y altos funcionarios del gobierno cubano no provocan su renuncia ni afectan sus privilegios.
Según muchos estudiosos y ciudadanos cubanos, el bloqueo, además de complicar la vida cotidiana de los cubanos, se convierte en una excusa poderosa para justificar la mala gestión y los problemas internos de un país con sectores productivos en déficit.
Durante el mandato de Obama, se restablecieron las relaciones diplomáticas, se volvieron a abrir las embajadas, se reiniciaron los vuelos comerciales y aumentaron los viajes de estadounidenses a Cuba. Grandes empresas como Airbnb encontraron oportunidades para operar en la isla.
Barack Obama entendía que cualquier acercamiento a Cuba debía incluir al gobierno, pero también al pueblo, especialmente al pueblo. Por esta razón, se reunió tanto con el entonces presidente cubano Raúl Castro como con opositores al régimen. También sostuvo encuentros con emprendedores y trabajadores privados cubanos, sin olvidar el partido de béisbol y la comida cubana que disfrutó en restaurantes particulares, eventos que fueron ampliamente cubiertos por medios no estatales.
Obama regresó a la Casa Blanca como el modelo de presidente estadounidense que podría “descongelar” la política entre Washington y La Habana.
Sin embargo, Donald Trump, elegido en 2016, desmanteló gran parte de las políticas de Obama hacia Cuba, tal como había prometido. Impuso restricciones a los negocios con entidades vinculadas al Ejército de Cuba, eliminó categorías de viaje a la isla y su retórica se volvió cada vez más agresiva.
Se impusieron sanciones al transporte de petróleo hacia Cuba, se limitaron y luego prohibieron las remesas, se vetaron los cruceros y se suspendieron los vuelos comerciales a la mayoría de los aeropuertos cubanos.
La mayoría del personal diplomático estadounidense salió de La Habana y, por primera vez en décadas, se permitieron demandas de compañías extranjeras ante tribunales estadounidenses relacionadas con el control de propiedades nacionalizadas a ciudadanos estadounidenses tras la revolución.
¿Causó daño? Sí, empobreció a la gente común. ¿Influyó en la reelección? Los especialistas afirman que sí, aunque Florida votó por Trump nuevamente en 2020.
Ahora, Joe Biden, quien fue vicepresidente durante el gobierno de Obama y lideró la política exterior hacia América Latina, tiene un enfoque diferente. Sin embargo, después de su primer año en el cargo, aún no ha tomado medidas suficientemente enérgicas para cumplir con sus promesas de campaña y distanciarse de las prácticas de Trump. “Joe Biden no es Barack Obama en su política hacia Cuba”, como bien señaló hace un año Juan González, director principal del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca para el Hemisferio Occidental.
Las multitudinarias protestas en Cuba el pasado 11 de julio llevaron a Washington a emitir múltiples declaraciones en apoyo al pueblo cubano. A pesar de estos eventos que acapararon la atención de los medios más importantes del mundo, las promesas de la campaña para restaurar algunas políticas de la era de Obama, como el derecho a enviar dinero a Cuba y viajar sin restricciones a la isla, no han sido acompañadas de medidas efectivas; aunque se formaron grupos de trabajo para evaluar la situación de las remesas y para renovar el personal de la Embajada en La Habana.
Seis años después de la visita de Obama, «el cuartico no está igualito», está peor, como demuestran cada mes la creciente cantidad de cubanos que ingresan ilegalmente a Estados Unidos.