Foto: RRSS
Texto: Hugo León
Las cenizas de Eduardo Sosa ya están en Mayarí Arriba, en el municipio santiaguero de Segundo Frente, su tierra natal. Su hermano Cándido Sosa y varios familiares lo acompañaron hasta el final. Eduardo Sosa, el famoso cantautor cubano, falleció en la madrugada del 12 de febrero.
Por decisión familiar, su cuerpo fue cremado y se le llevará a cabo un homenaje póstumo en el cine de Mayarí y, posteriormente, en la Casa de la Trova de Santiago de Cuba. Sus cenizas serán depositadas en el cementerio de Santa Ifigenia.
Aunque su fallecimiento no tomó por sorpresa a sus seres queridos debido a su delicado estado de salud, producto del accidente cerebrovascular hemorrágico que padeció el 3 de febrero, causó una gran conmoción dentro y fuera de la Isla.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, expresó en redes sociales: “Se nos ha ido el orgulloso hijo de Tumba Siete, el entusiasta organizador del festival Pepe Sánchez, quien nos devolvió a Sindo, Corona, Ñico Saquito y ganó su lugar junto a ellos en el panteón de los grandes. Que no muera su voz.”
Otras autoridades del país, como el presidente del Parlamento, Esteban Lazo, y el funcionario del Partido Comunista de Cuba, Roberto Morales Ojeda, también rindieron homenaje al destacado diputado y vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).
En el ámbito artístico, varios músicos y agrupaciones expresaron su tristeza por el fallecimiento de Sosa. Entre ellos, el dúo Buena Fe, quienes afirmaron que lo llevarán siempre con ellos, hasta el último día.
“¿Ahora quién será la alegría total que eras? ¿El antídoto contra el bullying, la broma siempre oportuna, esa canción precisa y la razón de por qué dedicamos nuestras vidas a esto? Vas en nosotros. Hasta el final irás con nosotros.”
El Cuarteto Sultasto Guitarras, la orquesta Las Anacaonas y El Septeto Santiaguero también expresaron sus condolencias en las redes sociales.
Estos últimos comentaron que Sosa no solo compartió su talento, sino que también les enseñó a percibir el mundo a través de sus ojos llenos de pasión y poesía, con su verbo afilado.
“Hoy nos despedimos, físicamente, de un gran artista, un trovador cuya música y letras llegaron al corazón de muchos. Agradecemos cada canción que nos dejó y el impacto que tuvo en nuestras vidas. Agradecemos cada conversación, aderezada o no, por un buen ron. Descansa en paz, AMIGO…”
Durante su trayectoria artística, Sosa compartió escenario con importantes figuras de la música iberoamericana, como Ana Belén, José Luis Cortés, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Frank Fernández, Beatríz Márquez, Vicente Feliú, Pancho Amat, José María Vitier y Raúl Torres, entre muchos otros.
Además, fue conductor del programa televisivo Entre manos, el cual se dedicaba a promover la canción trovadoresca.
El escritor y repentista cubano Alexis Díaz-Pimienta publicó en su perfil de Facebook un poema dedicado a Sosa, quien presidió durante más de 10 años el Comité Organizador del Festival de la Trova Pepe Sánchez, en Santiago de Cuba.
AMIGOS QUE SE ME VAN
“Cuando un amigo se va”
cantaba Alberto Cortés.
Y ahora soy yo: cada mes
un nuevo amigo no está.
No sé qué puedo hacer ya.
En mi terruño, tan mío,
tan de palmera y bohío,
otro amigo se me ha muerto.
Y tiene razón Alberto:
“Queda un espacio vacío”.
Se me están muriendo amigos:
Paquita, Ireno, Oliver.
Trozos del mejor ayer.
De mis sonrisas, testigos.
Voy desanudando ombligos
como un triste cirujano.
No sé qué hacer con la mano
con la que antes saludaba.
Ya nada está donde estaba.
Quiero ser feliz en vano.
Se me está muriendo gente
que debería estar viva.
Gente buena. Creativa.
Sensible e inteligente.
Sigfredo Ariel (de repente).
David Lenker (sin aviso).
Diana Lío (sin permiso).
Pompillo (sin anunciarlo).
Y yo no puedo evitarlo:
tiro el corazón al piso.
Es como si se cerrase
un capítulo, una etapa.
Como si de un viejo mapa
más de un país se borrase.
Es como si me faltase
aire para respirar.
Ya no están. No van a estar.
Es más gris cada mañana.
La Habana es menos Habana.
Lagrimales con pleamar.
Y ahora Eduardo Sosa, el Gordo,
el guajiro, el trovador.
Muerte, para, por favor.
Silencio, basta, hazte el sordo.
Eduardo Sosa va a bordo
del último vuelo. Adiós.
Escenarios y platós
visten de negros crespones.
Pero quedan tus canciones.
Y tu sonrisa. Y tu voz.
Se van amigos, a diario.
Algunos sin despedirse.
¿Así será siempre? ¿Irse?,
¿bajarse del escenario
dejando este innecesario
sabor a muerte detrás?
Es la edad. Tiempo a compás.
Cuerpo bajando peldaños.
Es la vida. Son los años.
Juventud, descansa en paz.