Foto: RL Hevia
A las 10 de la noche de este domingo, La Habana contaba con fluido eléctrico en la totalidad de sus circuitos, unas 50 horas después de que un fallo en la subestación capitalina del Diezmero provocara la cuarta caída del Sistema Eléctrico Nacional en los últimos seis meses.
La reciente interrupción masiva del servicio dejó al país sumido en la oscuridad, evidenciando la profunda crisis estructural y de gestión que afecta al sector energético cubano.
Con el SEN recuperado, la Unión Eléctrica reportaba «una generación de 1568 MW, lo que no es suficiente para cubrir la demanda total. Las afectaciones por déficit de capacidad de generación continúan, siendo Artemisa y Pinar del Río las provincias más impactadas. No obstante, otras regiones también reportan circuitos afectados».
En este contexto, se anunció la incorporación de 400 MW adicionales durante la noche y la madrugada para reducir el déficit en las próximas horas, restablecer el servicio de manera estable y minimizar las afectaciones a la población.
Los apagones tras las caídas del SEN
Desde diciembre del año pasado, los apagones han aumentado en frecuencia y duración, afectando gravemente la vida cotidiana en Cuba. Las provincias más alejadas de los centros de generación han sido las más perjudicadas, con cortes que superan las 12 horas diarias en algunos casos.
Esto ha generado un clima de descontento y protestas en diversas localidades, donde la población exige respuestas claras y soluciones efectivas.
Mientras tanto, el gobierno atribuye la crisis a factores externos como el embargo y la falta de combustible, sin asumir la responsabilidad por la falta de inversión y planificación a lo largo de los años.
Los apagones continuarán siendo un problema recurrente en la cotidianidad de los cubanos, a lo que se suma ahora el temor por un posible colapso del SEN.
Un presente marcado por el deterioro
Los pronósticos para el futuro del sistema eléctrico cubano no son alentadores. Las estrategias propuestas por el gobierno hasta ahora carecen de un enfoque integral y de la inversión necesaria para garantizar una solución sostenible.
Entre los principales desafíos a enfrentar se encuentran la modernización urgente del sistema. Sin una inversión real en infraestructura, los apagones seguirán siendo parte de la vida cotidiana de los cubanos.
Además, es imperativo mejorar la transparencia, la eficiencia y la toma de decisiones en el sistema eléctrico. Lograr un cambio estructural en el sector energético será difícil sin financiamiento externo.