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Transcurridos dos años desde que un acto vandálico lo convirtió en escombros, el icónico Caney de Isabela, símbolo de la gastronomía de este poblado costero en el centro norte de Cuba y un emblema profundo en la idiosincrasia popular, ha recuperado su característico techado de guano y está a punto de volver a ofrecer sus servicios. Esto sucede a pesar del escepticismo de los propios isabelinos, quienes habían lamentado la pérdida de la Iglesia Católica de la comunidad y temían que El Caney correría con la misma mala suerte.
En diciembre de 2023 comenzaron las labores de restauración del local, un proceso que los habitantes del lugar han estado documentando gráficamente. Estos comparten en las redes sociales imágenes que muestran el avance de las obras, realizadas por trabajadores del municipio vecino de Quemado de Güines, según informan los medios locales.
No es la primera vez que el famoso Caney se somete a una reparación significativa, sobre todo considerando su ubicación geográfica, a pocos metros del mar en la punta de una especie de península que es Isabela, lo que lo hace vulnerable a los fuertes vientos y marejadas del litoral norte. De hecho, ha sido destruido por varios huracanes a lo largo de los años.
El incendio que redujo a cenizas este singular inmueble de forma circular, que recuerda las construcciones aborígenes, acaparó la atención mediática en septiembre de 2022. Lo sorprendente no solo fue la magnitud del siniestro, que arrasó techo y paredes, sino también el contexto del hecho.
En cuestión de horas se arrestó a los dos individuos directamente implicados en el incendio; uno de ellos provocó el fuego durante la noche, mientras que el otro lo trasladó a un lugar seguro. Sin embargo, se dice que la idea provenía de un ciudadano cubano residente en Estados Unidos, quien supuestamente pagó 75,000 pesos por el «sabotaje», según confesaron ambos jóvenes posteriormente.
Por fortuna para un sector de la sociedad cubana, el Caney debería estar listo para el próximo verano, de acuerdo a las declaraciones de las autoridades locales a la prensa.
Por el momento, El Caney y la nostálgica época que representa continúan evocando recuerdos entre los habitantes de la región, quienes rememoran los tiempos de gloria que, según el intelectual sagüero Leopoldo Luis García, son irrepetibles: “Íbamos a Isabela de Sagua y almorzábamos en El Caney. Nunca nos pareció un lujo ni un anhelo inalcanzable. Salían trenes, guaguas Girón, máquinas de alquiler (todavía no eran almendrones). Íbamos a Isabela y bebíamos cerveza junto al litoral, al que llamábamos playa, y lo comparábamos intuitivamente con el legendario Uvero. Luego pedíamos Costa Norte en El Caney, bebíamos más cerveza y regresábamos en tren, en guaguas Girón, en máquinas de alquiler que aún no eran almendrones. Íbamos a Isabela y regresábamos como quien visita a un vecino, a un familiar querido a unas pocas cuadras de casa. Ya no existe El Caney, ¿existe la Isabela?”.