“Saludos a las mamás…”: la solidaridad entre madres en Cuba.

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Foto: Jorge Luis Borges

Texto: Mariana Montesinos

En uno de los primeros posts que vi en el grupo, una madre joven expresaba sus inquietudes sobre la lactancia, los tiempos que le habían recomendado y las dificultades que enfrentaba. Era un texto de gran intimidad en un grupo privado de madres cubanas en Facebook, que cuenta con más de 48 mil miembros. Al unirme, gracias a una amiga que es mamá primeriza, ella ya me había advertido que en ese espacio convergen muchas realidades, tratando de mostrar que la maternidad no siempre es un camino de rosas y que no hay nada de malo en reconocerlo. Compartir la experiencia de ser madre en la actualidad en Cuba no solo es profundamente humano, también se convierte en un medio de acompañamiento para muchas mujeres que han encontrado una comunidad fuerte y redes de ayuda mutua de manera espontánea.

De hecho, uno de los post más recientes contenía un mensaje de aliento y solidaridad: “Eres increíble, estás criando en la época más difícil de todas (…) Eres profesional, ama de casa, madre al 100% y también maestra. (…) Si nadie te lo ha dicho hoy, yo te lo digo: eres invencible, la persona más fuerte que pisa la tierra y no estás sola”.

No todo es perfecto en ese espacio, por supuesto. Con tantas personas interactuando, surgen diversas preocupaciones e inquietudes. Hay chistes, mensajes de buenas vibras, y también denuncias de arbitrariedades o absurdos. Si tuviera que clasificar estas interacciones, que es justo lo que me parece interesante, mencionaría tres grandes temas sin dudarlo: alimentación, medicamentos y el pago de manutención que los padres deben cumplir por ley.

En efecto, en este grupo se refleja que ser madre en Cuba hoy en día es una tarea que requiere más fuerza, energía y creatividad que cualquiera de los doce trabajos que le fueron encomendados a Hércules para demostrar su valía ante el Olimpo.

“Mamis, mi niña tiene casi 4 meses, pero quiero empezar a darle la leche de la bodega. He intentado varias veces, pero no se la quiere tomar. ¿Qué puedo hacer para que le guste y se la tome?”. Publicaciones como esta son comunes, y quienes comentan ofrecen una amplia variedad de consejos porque han enfrentado situaciones similares o las han vivido de cerca. La falta de una forma saludable y sostenible de alimentar a un bebé debe ser uno de los sentimientos más frustrantes que puede experimentar una madre.

La “leche de la bodega” es la que “le toca” de manera subsidiada a los niños de hasta siete años a través de la libreta de abastecimiento en el país. Es un derecho que el gobierno garantiza en términos generales, pero que no contempla debates sobre la calidad —no porque sea mala, sino porque no a todos los niños les sienta igual este alimento— o sobre alternativas que podrían implementarse con costos similares.

Leche entera en envase de jugo

Una de las discusiones más amplias en el último mes ha sido la entrega de compotas para los niños en cajas de jugos que se venden en tiendas no subsidiadas, cuyo contenido no debe ser recomendado ni por el médico más desactualizado a los infantes debido a sus composiciones químicas poco saludables.

Entre los numerosos comentarios que evidencian el mismo problema en diferentes localidades se expone todo: “Abrí una de Manzana para ver la consistencia y… era de MANGO”. “Lo que traen dentro es la compota de mango de todos los meses, parece que no tenían los envases”. “Todos sabemos por qué lo hacen, pero creen que eso es aceptable, ya es el colmo recibir leche en una caja de jugo de naranja”. “Ya han dado leche en paquetes de refresco coral, cosas de Cuba”.

Incluso se observan disparidades en estos subsidios según provincias y municipios: “En Artemisa en febrero no hay compotas”. “Así mismo es… dos meses del año en Artemisa no hay compota, porque a ellos simplemente no les da la gana…”.

Los medicamentos, o más bien su falta en las farmacias estatales y sus altos precios en el mercado informal, fomentan en este espacio una amplia gama de preocupaciones: “Hola mamis, mi bebita tiene ameba, ya no sé qué hacer. El médico le indicó SECNIDAZOL, pero aún no se le ha quitado. Si alguna ha pasado por lo mismo con su bebé y conoce algún remedio, por favor díganme… 🙏🙏🙏🙏 GRACIAS”.

Estos intercambios suelen tener otras modalidades: hay trueques, donaciones, ayudas para la localización de medicamentos… todas aquellas medicinas que forman parte de la producción nacional, que sufre un grave desabastecimiento, de acuerdo a los medios oficiales, debido a la falta de materias primas, situación que se ha agravado por el impacto de la pandemia.

“Hola, buenas noches. ¿Alguien podría decirme dónde hay antistamínicos?”. “Mamis, necesito comprar ketotifeno o loratadina, a cualquier precio o puedo intercambiar, tengo a la niña mal y apenas puede dormir, gracias…”. “Hola, por favor, necesito saber dónde hay o quién venda antibióticos en suspensión para bebés”. “Mamis, ¿alguien me podría vender ciprofloxacino? ¡Es urgente (es agobiante ver tantos anuncios de medicinas faltantes para todas las personas, pero especialmente para bebés)!”. Y así sucesivamente. Es cierto, resulta abrumador.

De igual manera, se repiten los casos de padres que no cumplen con los pagos de pensiones alimenticias de hijos que no viven bajo su mismo techo. Hablamos de mujeres expertas en el arte de la supervivencia, y con el coraje incluso de reírse de ello: “Vamos mamis. Al mal tiempo, buena cara”, y acto seguido un meme que invita a comentar “técnicas de pobreza”: como añadir agua al shampoo para que dure más, reutilizar cualquier tipo de nylon, usar cartones de rollos de papel higiénico para hacer rolos, o guardar las pastillas de jabón para rallarlas y usarlas como detergente para lavar ropa…

A pesar de esto, estas madres a menudo se encuentran solas en lo relacionado con la crianza y manutención de sus hijos. Los casos expuestos en ese espacio ofrecen consuelo a muchas, pero también resaltan la laxitud de la ley, vigente pero desactualizada, especialmente después del inicio del reordenamiento monetario en el país.

No obstante, estas mujeres encuentran tiempo para apoyarse y protegerse. Desde compartir medicamentos, encontrar productos necesarios como pañales, compotas y leche, hasta organizar turnos para amamantar a bebés que han quedado huérfanos de manera repentina, y recolectar donaciones para una niña en un hogar sin apoyo familiar.

Hércules caería rendido ante estas guerreras, porque si de criar hijos en la Cuba actual se hubiera tratado para él, quizás no habría logrado entrar al Olimpo. Si tiene dudas, pregunte entonces a esas mujeres que fueron madres en los difíciles años noventa; sabrá que siempre han llevado el mayor peso de las crisis y, aun así, han logrado resistir y luchar.

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