Foto: Cuba Noticias 360
Texto: Héctor García Torres
Uno podría pensar que situaciones como apagones de 18 horas, la escasez de alimentos y salarios prácticamente inexistentes para costear productos que el estado ofrece en una moneda que no remunera, serían suficientes para calificar la situación como difícil. Sin embargo, para el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, “vienen tiempos duros”.
Antes de que los puristas se “ericen”, la afirmación completa es: “Vienen tiempos duros, pero de los tiempos duros vamos a salir trabajando”.
Dicha declaración se produjo en Songo La Maya, un municipio de Santiago de Cuba que el presidente visitó esta semana, justo después de las protestas en esa provincia oriental.
En Santiago, los apagones han persistido desde 2021 y, en parte, las protestas surgieron a causa de esta situación. Si bien los presentes se sorprendieron por su pronóstico, el presidente también se llevó una sorpresa, y no precisamente agradable: durante su visita, un joven le cuestionó si sabía “que gracias a que venía hoy les pintaron La Maya hace una semana”.
Díaz-Canel intentó salir airoso al responder: “Si yo supiera que cada vez que voy a un lugar van a pintarlo, estaría todos los días en todos los lugares”. En un caso tan extraordinario, si incluso no lo supiera, ahora lo sabe; queda por ver si tomará alguna medida contra los funcionarios que preparan estas visitas engañosas. Y, por si se lo preguntaban, la prensa estatal guardó silencio.
Los tiempos duros… ¿todavía más?
Cuba ha estado atravesando una situación complicada durante años que, lejos de mejorar, ha ido empeorando tras la pandemia y las decisiones del gobierno, principalmente.
Las más altas autoridades del país insisten en que el bloqueo es el principal obstáculo para el desarrollo, pero, tras las incongruencias de los llamados lineamientos y el desastre que provocó el reordenamiento monetario, la verdad es que, si Cuba sobrevive, probablemente sea más por cuestiones geofísicas que por méritos propios.
Díaz-Canel mencionó en 2018 que en 10 años podría resolverse el problema de la vivienda en Cuba, pero el país se encuentra ahora más lejos de cumplir esa meta que cuando comenzó el plan. También se hicieron proyecciones para el turismo, pero el sector sigue mostrando ineficiencias y la cantidad de visitantes extranjeros se mantiene por debajo de los niveles de 2018. Eso sí, se han construido decenas de hoteles que permanecen vacíos y consumen recursos.
De continuar al ritmo actual, Ciego de Ávila necesitará unos 55 años para construir 40,000 viviendas.
En cuanto a la alimentación y la producción, Cuba producía en 2024 menos que en 2019 y 2020 en casi todos los sectores, según datos proporcionados por Esteban Lazo, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular; y la canasta básica depende casi totalmente de las importaciones.
Además, el problema es que la canasta básica de un mes no resulta suficiente para alimentar a una persona ni siquiera por una semana, y los precios de los alimentos en los mercados continúan en aumento.
“Estamos estancados”, la contundente frase de Esteban Lazo dirigida a los diputados.
¿Cómo se puede hablar, entonces, de “tiempos duros”, si lo que se vive actualmente es insoportable para millones de cubanos? La respuesta es sencilla: al igual que el presidente lo mencionó en abril de 2019, inicios de 2020, mediados de 2023 y en otros momentos en los que hizo titulares en la prensa.
En todas esas ocasiones, Díaz-Canel afirmó que vendrían tiempos difíciles y que habría que enfrentar importantes y complejas tareas revolucionarias para avanzar y perfeccionar el modelo económico y social. Sin embargo, en todas esas circunstancias, no se ofrecieron soluciones reales. No estaba equivocado, las dificultades estaban por venir, pero lo que los países necesitan no son videntes, sino respuestas y acciones que produzcan resultados positivos.
En 2019, el mandatario llegó a declarar que “no es momento para lamentaciones”. Y aquí estamos, en marzo de 2024, sin combustible, sin transporte, sin acceso a muchos medicamentos, ni productos e insumos básicos, sin alimentos… cabe preguntarse si la gente ya puede empezar a lamentarse o si, por el contrario, deberán continuar, como en los años 90, flacos y ojerosos de hambre, pero viviendo de promesas y remesas del exterior.
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