Sensor desarrollado por una ingeniera cubana podría transformar el diagnóstico de enfermedades.

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Texto: Redacción Cuba Noticias 360

Foto: UPNA

Una ingeniera biomédica cubana ha desarrollado un nuevo sensor que tiene el potencial de revolucionar el diagnóstico de enfermedades y el control de la seguridad alimentaria. Melanys Benítez Pérez, originaria de La Habana y nacida en 1993, presentó su tesis doctoral en la Universidad Pública de Navarra (UPNA), donde propone una herramienta que combina precisión y economía.

Este dispositivo es capaz de detectar biomarcadores en muestras líquidas y se basa en un fenómeno óptico poco explorado conocido como resonancia de modo de pérdida (LMR, por sus siglas en inglés).

En este contexto, el sensor permite identificar moléculas presentes en el cuerpo humano que pueden indicar alteraciones o enfermedades, así como sustancias cruciales en alimentos. Su estructura es plana, lo que la hace más sencilla y robusta en comparación con los biosensores tradicionales, que generalmente se construyen sobre fibras ópticas cilíndricas, las cuales son frágiles y difíciles de manejar.

Con esta innovación, Benítez busca reducir costos y simplificar el proceso de fabricación, sin comprometer la sensibilidad necesaria para el diagnóstico clínico o el control sanitario.

Formada en la Universidad Tecnológica de La Habana (CUJAE), la investigadora cubana trabajó en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología antes de trasladarse a Navarra. En esta institución española, desarrolló un biosensor que ha sido probado con éxito en la detección de diversos marcadores, desde anti-IgG en pruebas inmunológicas hasta VEGF, relacionado con el crecimiento tumoral, e IL-6, una proteína que se encuentra en procesos inflamatorios y enfermedades neurodegenerativas.

Asimismo, el sensor tiene aplicaciones directas en la industria alimentaria. En este ámbito, es capaz de detectar gliadina, una de las principales proteínas del gluten, que sirve como un marcador clave para personas celíacas. Esto abre la posibilidad de incorporar esta tecnología en sistemas de control de calidad para productos sin gluten o para la detección de contaminaciones cruzadas que suelen ser difíciles de identificar.

La clave de su funcionamiento radica en la interacción de la luz con la muestra. El sensor de Benítez monitorea los cambios en el comportamiento de la luz al atravesar el líquido. Para ello, utiliza una plataforma microfluídica, que actúa como un circuito microscópico por el que circulan pequeñas cantidades de fluido. Además, se incorporan nanopartículas de oro que amplifican la señal y permiten detectar concentraciones extremadamente bajas, que serían imposibles de observar con otros sistemas similares.

“El dispositivo no solo es más fácil de fabricar, también es más versátil”, afirma su creadora. Su diseño plano facilita su integración en dispositivos portátiles o plataformas automatizadas, lo que significa que puede ser utilizado no solo en laboratorios especializados, sino también en centros de atención primaria y puntos de control de alimentos.

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