Foto: Roy Leyra | CN360
Texto: Redacción Cuba Noticias 360
No hay madre que necesite comprobar de forma científica una verdad que se reafirma con el paso del tiempo: “Hijos pequeños, problemas pequeños; hijos grandes, problemas grandes”. Durante los primeros meses de vida, la principal inquietud de las madres cubanas es cómo conseguir pañales desechables o jabón para lavar los de tela, pero cuando los niños crecen y comienzan a preescolar, como ocurre con miles de pequeños en estos días, las preocupaciones también aumentan.
Estas inquietudes se complican aún más en medio de una crisis que dificulta cualquier gestión básica de la vida diaria. Tal vez por eso, un proceso natural y previsible como la entrada de los niños a la escuela se convierte en un verdadero quebradero de cabeza para los padres en la isla.
Cuba Noticias 360 presenta un resumen de siete preocupaciones que surgen en las familias cuando los más pequeños empiezan su vida escolar. Algunas son propias de la etapa, y otras están marcadas por las circunstancias actuales.
1. ¿Qué le doy de merienda?
Proporcionar meriendas para cinco días de clases se ha vuelto un desafío para cualquier cubano en este momento. Si ya es complicado comprar pan o galletas cuyo precio se eleva siempre por encima de los 100 pesos, aún más difícil es conseguir bebidas adecuadas, ya que un paquete de refresco instantáneo puede costar alrededor de 80 pesos, los tradicionales Ciego Montero de un litro y medio superan los 500 pesos, y los jugos naturales son solo accesibles para unos pocos.
2. ¿Cómo logro que coma en el almuerzo?
El tema del almuerzo en las escuelas seminternadas ha sido siempre un quebradero de cabeza, tanto para las autoridades educativas, que deben mantener unos mínimos estándares nutricionales, como para los padres, que intentan proporcionar a sus hijos algún complemento que haga más digerible un menú que carece de aderezos. Reservar un bistec o un trozo de pollo de la cena anterior para mejorar el almuerzo del día siguiente se ha vuelto un lujo en la actualidad.
3. Ya le dieron piojos
El contacto cercano con otros niños y las diversas condiciones higiénicas de los hogares cubanos han llevado a que, históricamente, el comienzo de la vida escolar coincida con el inicio de un contagio bastante incómodo: los piojos, una pesadilla para las madres, especialmente para aquellas con hijas de cabello largo. Durante décadas, las familias han recurrido a miles de remedios caseros para eliminar estos parásitos: queroseno, lindano, alcohol, vinagre, infusión de hojas de guanábana y hasta garrapaticida. La permetrina ha demostrado ser una de las soluciones más efectivas, pero hoy en día ni siquiera se encuentra en los puntos de venta.
4. ¿Cómo tratar los oxiuros?
Casi tan contagiosos como los piojos, los oxiuros son parásitos intestinales que, al menos una vez en la vida, afectan a los seres humanos, especialmente a los niños que comienzan la escuela y aumentan el contacto físico. Las molestias generalmente se sienten durante la noche, ya que es cuando el parásito sale a depositar sus huevos y causa picazón en la zona anal. Para alivio pueden usarse tintura de violeta de Genciana o piperacina, pero siempre en combinación con Mebendazol o Albendazol, dos antiparasitarios que escasean en las farmacias cubanas y que deben comprarse en el mercado informal por unos 200 pesos el blíster.
5. Mamá, se me cayó un diente
La caída de los dientes de leche es un proceso natural que suele ocurrir entre los cinco y siete años de edad; sin embargo, puede generar ansiedad en los niños, quienes a menudo mueven los dientes flojos con nerviosismo y se asustan ante la posibilidad de tragarlos sin querer. Los padres suelen contar historias fantásticas sobre hadas y ratoncitos que recogen los dientes y dejan regalos bajo la almohada. Pero los regalos…
6. No corras que te puedes romper los zapatos
Quien dice que en Cuba la educación es gratuita probablemente no ha tenido que comprar los útiles escolares necesarios: mochilas que superan los 3,000 pesos; luncheras, una versión moderna de la antigua jabita; y las temidas zapatillas, que en función del nivel económico de los padres pueden costar entre 2,000 y 7,000 pesos. Si bien las autoridades escolares suelen mirar para otro lado ante los niños que asisten descalzos, lo alarmante es el incremento de precios en estos artículos que no deberían generar desigualdades.
7. El transporte, otro gran dolor de cabeza
Entre las siete y las ocho de la mañana de lunes a viernes, las ciudades y áreas rurales de Cuba se convierten en un torbellino de padres que llevan a sus hijos en los más variados medios de transporte hacia la escuela: bicicletas, motorinas, autos, ómnibus saturados, carretones tirados por caballos y caminando, casi siempre a toda prisa. La situación se repite por la tarde, alrededor de las cuatro, cuando los niños salen corriendo y la preocupación por cómo llegar a casa se suma a la frase: “Apúrate, que hoy nos toca apagón”.