Un escenario «Iluminado» en la noche madrileña.

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Texto y Fotos: Michel Hernández

Soleado se presenta como una montaña rusa, un río que fluye desde las tierras más fértiles hasta desembocar en un mar. En este caso, ese mar es un océano sonoro que inunda la noche desde el escenario. Pero el mar también simboliza un viaje, un recorrido que explora el folclore español con ritmos marcadamente contemporáneos. Su música, en constante evolución, se alimenta de influencias electrónicas, rock y pop, sin perder jamás el rumbo, es decir, sin desprenderse de la base que sostiene este edificio sólido en el cruce de caminos que define la historia musical de España.

Ester Rodríguez, la vocalista del grupo, afirma que su esencia radica principalmente en el pop. Aunque tiene razón, la música de esta banda busca expandir esos límites que, de por sí, ya son extensos. Es una lección sobre cómo profundizar con delicadeza en el folclore y generar en el público la sensación de estar ante una música fresca, recién salida del horno, lista para ser servida en los platos más profundos de la experimentación. No todos los grupos poseen ese talento, esa fuerza para crear algo nuevo partiendo de sonoridades tradicionales. Soleado lo consigue con gran nota. Lo demostró con su primer disco homónimo, que presentaron este jueves en la sala Galileo Galilei de Madrid.

El concierto, aunque no contó siempre con el mejor audio, evidenció que para ellos la música es un lenguaje infinito repleto de posibilidades, que se expande gracias a un conjunto de artistas convencidos de que la experimentación y la fusión cultural son rutas inherentes a la creación, especialmente cuando se desarrolla con voz propia.

El trabajo de la banda es artesanal. Cada detalle está cuidadosamente diseñado para provocar una expansión sensorial en el oyente. La apertura de las puertas de la percepción, diría Morrison. Es una obra que, al crecer y expandirse, provoca en el público la misma capacidad de movimiento y tránsito hacia nuevos paisajes sonoros. Esto se logra, entre otras cosas, porque en el núcleo del grupo se unen talentos destacados de la música española. Juanma Latorre, su guitarrista y compositor, es uno de los fundadores de Vetusta Morla, una de las alianzas más respetadas en el circuito ibérico, y Ester ha llevado su magistral voz a diversas agrupaciones antes de aterrizar en tierras de Soleado.

El grupo basa su fundamento en la integración de sonidos. Lo hacen con un profundo conocimiento del tema. Para ellos, no se trata de simplemente tomar elementos de aquí y allá sin una investigación previa sobre lo que cada ingrediente puede aportar al producto final. También logran esto gracias a otros músicos que forman parte de la banda, los cuales poseen el talento para tocar diversos instrumentos tradicionales y parecen capaces de insuflarle al grupo el sonido auténtico de las raíces del país bajo sus pies. Iván Mellén es uno de ellos, un instrumentalista clave dentro de la alineación. Este músico y profesor es un incansable explorador de sonidos, y demostró su habilidad y destreza para extraer al máximo todas las posibilidades rítmicas de cada instrumento, causando en el público el efecto de un encantador de serpientes.

Durante el concierto, desgranaron la mayoría de las canciones de su primer álbum, que fue publicado en el transcurso de 2024 bajo el sello de la empresa Esmerarte. Son 11 canciones que giran en torno a temas de amor, esperanza, ensoñaciones y sentimientos que dan forma a la experiencia humana. En ese universo respira la obra de Soleado, donde la independencia de espíritu, su inclinación rupturista y la vocación de siempre crear algo novedoso se convierten en la rampa de lanzamiento.

Este disco refleja la trayectoria en solitario de Juanma y Ester, así como una parte de la escena indie española que se mueve al margen de las imposiciones comerciales, con todos los riesgos que ello conlleva.

Temas como «Añoranza», «Los amores perros», «Los pájaros de tu cabeza» y especialmente «Todo rima» son señales muy claras del potencial de Soleado.

El concierto se llevó a cabo con aforo completo. Los asistentes tenían un conocimiento profundo de lo que iban a experimentar, y no le quitaron la vista al grupo en medio de las luces del escenario. El nombre de la banda es quizás indicativo de las intenciones de sus músicos en un mundo que no es precisamente tan “soleado”. Si uno observa la comunión que establecen en el escenario, la complicidad y la conexión lograda con el público, se podría afirmar que sí, que el sol brilla en el interior de estos artistas; no obstante, las canciones no ofrecen la imagen del paisaje “soleado” que usualmente refleja nuestro pensamiento. Son temas que no renuncian a la melancolía, a la nostalgia por la tierra, al desarraigo y a la entrega al amor sin restricciones, junto con todas las consecuencias que esto puede acarrear.

A pesar de todo, la música del grupo se centra en la esperanza. No se trata de una esperanza convencional, sino de ese clamor vibrante de quien ha visto mucho, pero aún cree que mañana puede ser un gran día, como diría Serrat.

En el tramo final del concierto, presentaron «En la plaza», un tema dedicado a la guerra en Gaza y a los miles de muertos del lado palestino. La canción se convierte en una metáfora sobre lo que los músicos interpretan como un genocidio.

En la sala predominó un silencio que helaba la sangre cuando la cantante anunció el estreno del tema. Una bailarina atravesó la noche desde el fondo, portando una vela entre sus manos. Se desplazó entonando un leve susurro hasta llegar al escenario, donde la suavidad del sonido se transformó en un grito silencioso. Se colocó al frente del grupo, secundada por Ester y la banda en uno de los momentos más impactantes del concierto. Ester habló sobre los asesinatos, los niños fallecidos y la situación límite que enfrenta el pueblo palestino.

Los espectadores estuvieron cautivados con cada tema de Soleado durante cerca de dos horas. Algunos levantaron sus celulares para documentar el debut del grupo, mientras otros pidieron que continuaran tras finalizar el último tema.

Finalmente, la banda se reunió al frente una vez concluido el concierto. Se abrazaron y agradecieron la entrega con la certeza de que, después de tres años de grabación, han liberado un disco que no solo resume sus vivencias y su forma de interpretar la música y la realidad circundante, sino que lograron crear una colección de canciones que colocan el folclore español en el centro de la contemporaneidad, proyectándolo, por qué no, hacia el futuro.

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