Un tren sobre ruedas, la nueva propuesta turística en Trinidad.

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Fotos: Ana Martha Panadés

El objetivo principal de un nuevo y singular servicio de transporte ideado por los turoperadores del centro sur de Cuba es aprovechar al máximo los valores paisajísticos y patrimoniales del Valle de los Ingenios, una llanura que fue el epicentro de la riqueza de Trinidad. Se trata de un tren que, en lugar de utilizar las vías férreas, sale de la ciudad por carretera y recorre varios puntos de interés en este valle.

Partiendo de uno de los parques más emblemáticos de Trinidad, el tren turístico transita a través de la villa sureña antes de dirigirse al valle, según lo muestran las fotos publicadas por los propios clientes en redes sociales.

El itinerario incluye varios lugares destacados, como el mirador del valle, que ofrece una vista privilegiada del esplendor de la llanura; la hacienda Buena Vista, recientemente restaurada por el Ministerio del Turismo y gestionada por Palmares; y la torre de Manaca Iznaga, que se ha convertido en uno de los puntos más importantes de la nueva ruta turística, la cual concluye en la hacienda Guachinango, un lugar que permite a los visitantes conocer detalles sobre la vida doméstica rural del siglo XIX.

En declaraciones a la prensa local, Maireny Medinilla Ortega, especialista principal de la sucursal Transtur en la región, mencionó que la nueva propuesta se titula «Conociendo mi valle» y surge de la iniciativa de diversas agencias de viajes ubicadas en Trinidad, en colaboración con la sucursal extrahotelera Palmares.

La excursión en carretera al Valle de los Ingenios forma parte de la estrategia trazada por la delegación del Ministerio del Turismo en la provincia de Sancti Spíritus para potenciar la comercialización de nuevos productos y servicios turísticos.

Para los habitantes de Trinidad, el Valle de los Ingenios no es solo una franja de tierra que inicia en las orillas del pueblo y finaliza en las laderas del Escambray. Es la fuente que, explotada al máximo durante el auge azucarero, generó la riqueza de la ciudad.

Este territorio, compuesto por las llanuras de San Luis, Santa Rosa y la depresión del Agabama-Méyer, se dedicó a la cría de ganado y al cultivo del tabaco al inicio de la Colonia. Sin embargo, a finales del siglo XVII, fue invadido por inmensos cañaverales, trapiches y casas de purga, que para las primeras décadas del siglo XIX ya habían dado paso a modernas fábricas de azúcar.

De aquella época de esplendor, veloz pero efímera, han sobrevivido 73 sitios de valor cultural y arqueológico que, explotados en mayor o menor medida, han contribuido a enriquecer el destino turístico de Trinidad, uno de los más completos y mejor comercializados de Cuba.

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