El día en que Celia Cruz se encontró con Lola Flores.

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Foto: RRSS

La voz de Celia Cruz resonó intensamente en el escenario español durante muchos años, y es que La Guarachera de Cuba se hacía sentir en cada lugar que visitaba. España quedó cautivada ante su ¡Azúcaaaaa! y sus ritmos de salsa se quedaron grabados en las emisoras del país europeo.

Sus grabaciones junto a La Sonora Matancera eran difundidas en las principales emisoras de esa nación, una labor que, además del talento incomparable de la cubana, fue posible gracias a quien sería una de sus mejores amigas, la gran Lola Flores.

Numerosos textos han explorado la conexión de La Faraona con Cuba, una pasión que tal vez fue impulsada por un romance con un cubano, del que su hija mayor Lolita ha hablado, y que también se menciona en la serie documental de cuatro episodios “Lola”, producida por Movistar+ en 2021.

Sin embargo, más allá de los amores, el vínculo de Lola con la isla tiene otros lazos que la unen aún más, uno de los cuales surgió durante su primer viaje a La Habana en 1952.

El debut de la flamenca en la capital cubana se llevó a cabo el 4 de agosto de ese mismo año en el Teatro América. Allí, la artista estuvo acompañada por el bailaor Francisco Manzano Heredia “Faíco”, el guitarrista Paco Aguilera, su hermana, la también bailaora Carmen Flores, y la Orquesta Cosmopolita.

A partir de ese día, comenzó una amistad inquebrantable entre Lola y Celia, una de esas que perduran toda la vida.

Más tarde, La Reina de la Salsa empezaría a viajar con frecuencia a Madrid en los años 70, durante los cuales la misma Lola se encargó de que los españoles conocieran bien a la cubana, aunque sus ritmos ya eran escuchados en Europa desde mucho antes.

Una de las investigadoras que ha resaltado esto es la cubana Rosa Marquetti, quien en su libro “Celia en Cuba (1925-1962)” menciona un artículo de 1955 publicado en la revista cubana Radiomanía y Televisión, donde se afirma que “los discos de la popular cancionista cubana Celia Cruz han obtenido el favor del público en Roma y otras ciudades de Europa, puesto que son muy solicitados por las casas expendedoras de discos”.

Las muestras de cariño entre ambas artistas han sido recogidas en varios videos. Uno de los instantes más memorables fue cuando Celia, durante el homenaje a Lola en Miami en 1990, recordó cómo, al terminar una de sus actuaciones en Madrid, la flamenca se dirigía al club “Nueva Romana” donde se presentaba la cubana, insistiendo en la importancia de los artistas de la isla.

Quizás uno de los momentos más icónicos de la relación entre estas dos estrellas sea el que se encuentra en “Burundanga”, un tema que Celia convirtió en un éxito desde su primera grabación en 1953, que luego ambas versionaron con sonidos más contemporáneos y que interpretaron en numerosas ocasiones como solo ellas podían hacerlo sobre el escenario.

En 1995, falleció Lola Flores y, aunque Celia no pudo despedirla en Madrid, envió su pésame desde Los Ángeles. Las emotivas palabras de la reina cubana reflejan el cariño y la admiración que sentía por la artista andaluza.

“Queridos Antonio, Lolita, Antonio Jr., Rosarito, Carmen y toda la familia Flores: Pedro y yo estamos sinceramente afectados por la desaparición de nuestra adorada Lola, por tal motivo nos unimos a vuestro dolor y al dolor de toda España y de la clase artística mundial. Que Dios acoja en su seno a nuestra Faraona”, escribió Celia a la familia Flores.

A pesar de la partida física de La Faraona, Celia no dejó morir esa amistad, convirtiéndola en tributo durante cada una de sus visitas a España. Además, hasta su muerte en 2003, grabó varios temas que reflejan nuevamente esa fuerte unión.

“Canto a Lola Flores” es uno de ellos, grabado para el disco ‘Mi vida es cantar’ de 1999, así como una versión del clásico “Ay pena, penita, pena”, que grabó junto a su hija Lolita Flores para el álbum “Regalo del alma” en 2003, con arreglos de Alain Pérez.

Así quedó sellada la amistad entre estas grandes de la música cubana y española. Dos mujeres de talento y pasión inigualables. Una, con el son, la salsa y la rumba como banderas; y la otra, con el cante y el flamenco como arma. Ambas con una esencia musical única que perdura hasta hoy y que une, una vez más, a Cuba y España a través del arte.

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