El transporte: una forma de deporte extremo en Cuba.

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Foto: Cuba Noticias 360

El sistema de transporte en Cuba transita por una cuerda floja. Cada mañana, las paradas se llenan de personas que intentan “atrapar” una guagua para dirigirse a su trabajo, centros de estudio o simplemente para asistir a un turno médico en un hospital. Jóvenes, ancianos, estudiantes; todos, desde temprano, buscan cumplir con la jornada que tienen por delante, pero trasladarse se convierte, cuando menos, en un deporte de alto riesgo.

La escena evoca aquellas imágenes del llamado Período Especial: personas “enganchadas” en las puertas de los ómnibus o empujándose unos a otros para subir sin el menor respeto por los demás. Aquí, la ley del más fuerte predomina. En esta lucha, siempre sale perdiendo el más vulnerable; el anciano, una madre con sus hijos, o cualquier persona que sufra de alguna enfermedad que le impida entrar en igualdad de condiciones a ese territorio de batalla.

A esto se suma el tiempo excesivo que se pasa en las paradas. Las guaguas pueden tardar horas en llegar mientras las personas esperan, como si tuvieran todo el día a su disposición. De no ser así, deberán optar por un almendrón o un servicio de taxis privados.

Hablando de esto último, el viaje en taxi también puede ser un ejercicio de alta tensión debido a los precios que exigen los conductores. Por poner un ejemplo: un trayecto de unos pocos kilómetros desde el Vedado hasta Centro Habana o La Habana Vieja puede costar fácilmente alrededor de 1000 pesos. Esto antes del anochecer; ya en la noche, el costo puede duplicarse y las personas se ven obligadas a pagarlo (los que pueden, por supuesto) para regresar a casa sin asumir más riesgos en medio de la ola de violencia que ha estallado en la isla.

El temor está palpable en las calles. A diferencia de años anteriores, muchos prefieren no salir de noche, anticipando que el regreso en transporte público será una odisea, lo que implica pasar largas horas en las paradas, exponiéndose al riesgo de ser asaltados para que les quiten un móvil u otro objeto de valor.

La situación es bastante grave. Lo más preocupante es que no se vislumbra solución a la vista. Incluso parece que podría empeorar con el anuncio del aumento del costo del pasaje de las guaguas, una medida que ha sido objeto de bromas entre los cubanos, quienes se preguntan cómo se aumentará el precio de un pasaje en ómnibus “fantasmas”. El 2024 tendrá la última palabra. Esperemos que, al menos, la situación del transporte mejore y las personas puedan desplazarse con menos complicaciones hacia sus destinos, cambiando la imagen en las paradas. Sin embargo, la verdad es que las perspectivas para este año bisiesto, y quizás siniestro, no son muy alentadoras.

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