Cinco faros esenciales para navegar en Cuba.

Lo más Visto

Foto: Jorge Luis Borges

Desde el emblemático faro de Alejandría, reconocido como una de las siete maravillas del Mundo Antiguo, hasta el Morro, símbolo representativo de La Habana y, por ende, de la identidad cubana, los faros son magnificas estructuras en formato de torre que cuentan con un sistema de iluminación y un mecanismo de rotación que asiste a los marinos en su orientación, especialmente durante la noche.

Generalmente localizados en puertos, islotes y costas rodeadas de arrecifes, estas construcciones revisten una importancia particular en Cuba por su naturaleza de archipiélago, al punto de ser consideradas parte del patrimonio nacional.

A partir de mediados del siglo XIX, comenzaron a aparecer faros tanto en la costa norte como en la sur, y hoy en día existen 38 faros en total, algunos en mejores condiciones que otros, pero todos representando elementos distintivos del paisaje en el que se encuentran y funcionando como atalayas que permiten a sus cuidadores proteger la flora y fauna de esos remotos entornos.

Debido a la proximidad del mar y el riesgo de corrosión, estas torres requieren acciones constantes de mantenimiento, las cuales incluyen la pintura de su exterior e interior, el cuidado de los pisos y escaleras, y la minuciosa preservación del sistema óptico.

No se puede afirmar que un faro sea más relevante que otro, pero hay cinco que se destacan en Cuba por estar ubicados en áreas de características geográficas complejas, donde a menudo surgen obstáculos en la navegación.

1. Faro del Castillo de los Tres Reyes del Morro:

Este faro es una de las primeras fortalezas construidas por los españoles en Cuba. Originalmente, hasta el siglo XVIII, existía una torre de vigilancia donde se encendían grandes fogatas de leña para guiar el sistema de flotas. No fue hasta inicios del siglo XIX que se instaló una farola de gas, y posteriormente, una de aceite. La torre fue demolida en 1844, erigiéndose un nuevo muro de 45 metros sobre el nivel del mar, el cual fue nombrado Faro de O’Donnell.

Innovadora para su tiempo, esta torre contaba con un mecanismo que incluía un faro giratorio con tres luces y cinco reflectores, que en un intervalo de dos minutos emitían dos destellos de luz y dos eclipses. Sus resplandores eran visibles a 40 millas de distancia, liderando el servicio de iluminación marítima de la costa norte de la isla y facilitando la navegación a través del Canal Viejo de Bahamas, siendo crucial para que los barcos evitaran los arrecifes que se extienden desde Punta Maternillos hasta Cayo Piedras del Norte.

Hoy en día, su silueta se ha convertido en un símbolo representativo de la capital y en una de las imágenes más reconocibles de Cuba en el ámbito internacional.

2. Faro Roncali:

Localizado en la península de Guanahacabibes, en el extremo más occidental del archipiélago, este faro ha sido testigo de naufragios y de la actividad de corsarios y piratas. En 1843, la Junta de Fomento inició el proyecto para su construcción, pero fue cinco años después cuando el Capitán General Federico Roncali apoyó la idea, nombrando la imponente construcción en su honor.

Situado sobre un montículo rocoso que se alza unos 10 metros sobre el nivel del mar, el faro alcanza una altura de 25 metros desde su base hasta la linterna, la cual puede enviar señales al navegante a 18 millas con una frecuencia de dos destellos cada 10 segundos.

A esta remota ubicación solo se podía acceder por mar o a pie a través de caminos difíciles, pero no fue sino hasta la década de 1970 que se construyó una carretera y una comunidad destinada a las familias carboneras de Los Cayuelos. Recientemente se abrió una vía de 63 kilómetros que facilita el acceso al Cabo de San Antonio.

3. Faro de La Concha o de Punta de Maisí:

Construido en 1862 en el extremo más oriental de Cuba, este faro orienta a los buques que cruzan el peligroso Paso de los Vientos, un estrecho de tan solo 80 kilómetros de ancho y 1.700 metros de profundidad que conecta el Océano Atlántico con el Mar Caribe.

Con una altura de 121 pies y una potencia equivalente a 3.790 bujías, la luz del faro es blanca y se oculta tres veces antes de alternar un destello simple cada 20 segundos; en sus inicios, la iluminación consistía en una simple mecha, que fue reemplazada más tarde por una lámpara de aceite, luego por una de petróleo a presión, hasta que finalmente fue electrificada.

4. Faro de Cabo Cruz:

Ubicado en el extremo sur de Cabo Cruz, en la provincia de Granma, este faro, construido en 1871, tiene una altura de 32 metros y está situado exactamente en el punto donde el Mar Caribe penetra el Golfo de Guacanayabo, un área de alta peligrosidad para la navegación debido a los arrecifes de coral.

La torre cuenta con una escalera en espiral de 155 peldaños que conduce hasta la cúpula, donde se encuentra instalada una óptica de origen francés que opera con un sistema de cuerdas y un bombillo, cuyo alcance luminoso es de 36 millas náuticas y el alcance geográfico, de 17 millas a la redonda.

5. Faro de Cayo Paredón Grande:

Este faro es una obra del renombrado ingeniero cubano Don Francisco de Albear y Lara, y se sitúa sobre un escarpado peñasco en uno de los cayos pertenecientes al archipiélago de Jardines del Rey, al norte de Ciego de Ávila.

La construcción es una rareza, ya que la torre del faro —de hierro fundido, 48 metros de altura, 156 escalones y 9.956 tornillos— está unida a la antigua vivienda de los torreros, y su fortaleza es tal que no ha sucumbido ante ningún fenómeno meteorológico.

Funciona como punto de referencia y orientación para quienes navegan por el Canal Viejo de las Bahamas, un importante corredor marítimo internacional; su linterna emite tres destellos de luz blanca que se asemejan a relámpagos, los cuales se mantienen durante 15 segundos y alcanzan a iluminar a 36 millas náuticas.

Rodeado por las casi vírgenes playas de Cayo Paredón Grande, este lugar se presenta como un verdadero paraíso.

Más Noticias

Últimas Noticias