Texto: Hugo León
Este miércoles 17, Cuba celebra el Día del Campesino, una conmemoración que, al igual que muchas otras en el país, ha perdido su origen con el paso del tiempo. Para la juventud actual, es casi un total desconocido que esta fecha fue elegida en memoria de la Ley de Reforma Agraria del 17 de mayo de 1959 y del asesinato del campesino Niceto Pérez en 1946.
¿Qué fue la Reforma Agraria?
Según la fuente que se consulte, esta resolución, que formó parte de un conjunto de leyes con las que el gobierno cubano restringió la propiedad privada en la isla pocos meses después del triunfo de la revolución, es considerada como un golpe a la estructura económica y social del país, o como una medida necesaria para redistribuir las riquezas entre la población.
La Ley buscaba promover la entrega de tierras a quienes realmente las trabajaban, eliminar el latifundio y establecer cooperativas agrícolas que serían las principales productoras de riqueza y alimentos para el país.
En su primer artículo, la ley establece: “Se proscribe el latifundio. El máximo de extensión de tierra que podrá poseer una persona natural o jurídica será 30 caballerías. Las tierras que excedan este límite serán expropiadas para su distribución entre los campesinos y los obreros agrícolas sin tierras”.
Más tarde, en 1963, se promulgó la Segunda Ley de Reforma Agraria, que radicalizó el proceso y exigió “la nacionalización y, por lo tanto, la adjudicación al Estado cubano de todas las fincas rústicas con una extensión superior a las 67 hectáreas y cinco caballerías de tierra”.
¿Dio resultados positivos la reforma?
Los eventos deben evaluarse en su contexto histórico. Al principio, con el apoyo incondicional del pueblo y, sobre todo, del campesinado que recibía tierras a su nombre, las leyes de Reforma Agraria fueron aclamadas y bien recibidas.
Más tarde, con el considerable apoyo financiero de la extinta Unión Soviética y la llegada de traktors, millones de toneladas de combustible y acceso a semillas y otros insumos, el campo cubano cumplió con las expectativas. Sin embargo, persistió la criticada monoproducción y la exportación de pocas variedades de productos agrícolas, especialmente a los socios cubanos del CAME.
Con la desaparición de la Unión Soviética, empezaron a ser evidentes los problemas derivados de la eliminación del capital privado mediano o grande en el campo y de reemplazar las empresas especializadas con cooperativas. Estas, carentes de financiamiento y recursos vitales, dejaron de proveer los alimentos necesarios para la población.
Hoy, 64 años después de la promulgación de la reforma, Cuba importa aproximadamente el 80% de los alimentos que consume, y se vuelve cada vez más difícil atraer a los jóvenes hacia el campo. Tierras que alguna vez fueron productivas se han transformado en intransitables matorrales de marabú.
Ley de Soberanía Alimentaria en Cuba
Desde la década de los 90 hasta la actualidad, varios decretos han reafirmado la propiedad estatal sobre la tierra y su uso por parte de los productores. Cuba ha intentado establecer más de 60 medidas para fomentar la producción agrícola y posteriormente una Ley de Soberanía Alimentaria.
Según el propio presidente, tener esta ley no ha significado un aumento en el suministro de alimentos para las mesas de los cubanos, al igual que las múltiples iniciativas para motivar a la gente a trabajar en el campo y mejorar la producción.
Juzgar el árbol por sus frutos
Economistas e historiadores han coincidido en que Cuba realmente necesitaba una reforma agraria en 1959, así como mejoras en la calidad de vida del campesinado y la población rural en general. Sin embargo, durante décadas, los debates también han cuestionado si la ley frenó el desarrollo del campo debido a las particularidades de su redacción.
Diversos estudios consultados por Cuba Noticias 360 indican la necesidad de implementar una nueva Reforma Agraria en la isla, que establezca las bases para un mejor uso de la tierra y facilidades de financiamiento privado o externo para garantizar su producción.
Si la Reforma Agraria fue simplemente un cambio de propietarios de latifundios o si la actual disposición de la tierra es la más adecuada, son cuestiones que deben evaluar los campesinos y quienes enfrentan actualmente la difícil tarea de acceder a alimentos a precios razonables en la isla.