Foto: Roy Leyra | CN360
La renombrada revista científica global, Nature, ha destacado la estrategia cubana de crear sus propias vacunas contra el COVID-19.
“Cuando la pandemia comenzó, la mayor de las Antillas decidió no esperar a que otros desarrollaran vacunas”, señala el artículo.
Además de reconocer el impacto del bloqueo impuesto por Estados Unidos, que impide la exportación a Cuba de productos fabricados en la nación norteamericana, este texto repasa cómo el Instituto Finlay y otros centros de biotecnología iniciaron el desarrollo de sus propios inmunógenos, con la esperanza de que al menos uno fuera eficaz.
El análisis subraya que Soberana 02 tiene una efectividad superior al 90 por ciento para proteger contra la infección sintomática de COVID-19 cuando se utiliza en combinación con otra vacuna relacionada.
“Es relevante destacar que la combinación parece ser efectiva contra la variante Delta, altamente contagiosa del coronavirus SARS-CoV-2, que ha generado un rápido aumento en hospitalizaciones y muertes a nivel global y actualmente constituye casi todos los casos de COVID-19 en Cuba”, argumenta el artículo.
Es importante recordar que, hasta el 18 de noviembre, el 89 por ciento de la población cubana, incluidos niños de hasta dos años, había recibido al menos una dosis de Soberana 02 o Abdala, esta última producida en el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) en La Habana.
Adicionalmente, Cuba ha comenzado a exportar sus dos vacunas a Venezuela, Vietnam, Irán y Nicaragua; y ha solicitado a la Organización Mundial de la Salud que las apruebe, un paso crucial para que estén disponibles en todo el mundo en desarrollo, como destaca el análisis.
El artículo señala que los inmunógenos basados en proteínas como Soberana 02 y Abdala podrían ofrecer ciertas ventajas sobre otros tipos de vacunas, menciona Craig Laferrière, jefe de desarrollo de vacunas de Novateur Ventures en Toronto, Canadá, quien ha estado comparando la seguridad y efectividad de las inyecciones de COVID-19.
Asimismo, añade: “A diferencia de las vacunas de ARN mensajero (ARNm) fabricadas por Pfizer, de Nueva York, y Moderna, de Cambridge, Massachusetts, las basadas en proteínas no requieren mantenerse a temperaturas extremadamente bajas, lo que facilita su distribución en áreas remotas”.
También menciona que podrían tener menos efectos secundarios que las de AstraZeneca y J&J, que utilizan un adenovirus para introducir el gen de una porción diferente del RBD a las células y han estado relacionadas con coágulos de sangre.
Laferrière espera que los efectos secundarios de Soberana 02 sean mínimos, dado que menos del uno por ciento de los participantes en el ensayo de fase III desarrollaron fiebre. “Existen desventajas en este enfoque; las vacunas a base de proteínas requieren varios tipos de células para sintetizar grandes cantidades de proteínas”, recalca.