La sombrilla amarilla, dos décadas más tarde.

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Foto: RRSS

A pesar de que han transcurrido 20 años desde su última transmisión, el programa infantil La sombrilla amarilla sigue siendo muy relevante. Esto se debe no solo a su innovador diseño de arte en su época, sino también a la habitual inclusión de la serie en las programaciones de la televisión nacional, lo que beneficia tanto a aquellos cubanos que crecieron viéndola, como a los niños de hoy, que continúan disfrutando de las travesuras de sus entrañables personajes como si el tiempo no hubiera pasado.

Emitido entre 1999 y 2003 bajo la dirección de Mariela López, La sombrilla amarilla contaba las aventuras de una familia de amigos, enriquecida con reflexiones, novedades, juegos, canciones, manualidades, sorpresas y una variedad de recursos diseñados para la educación de los más pequeños.

Con las inevitables fluctuaciones de un elenco que se mantuvo durante tres temporadas, la historia se centraba en Marcolina, interpretada de manera brillante por Norma Reina Morales, quien desbordaba carisma. También se contaba con la voz de Mariela Bejerano como la sombrilla; Michaelis Cue como Enrique Chiquito; Solange Ramón en el papel de la aventurera Anita; Lieter Ledesma como Juan Andarín y los jóvenes Ingrid Cruz y Rubén Araujo, que daban vida a Chele y Albertico, respectivamente.

Desde su primera emisión y a través de las muchas repeticiones por televisión, La sombrilla amarilla logró crear un público fiel y entusiasta, que tarareaba sus canciones, intentaba replicar en casa las recetas de Marcolina y realizaba las manualidades que este singular personaje llevaba a cabo ante las cámaras, como si fueran tareas escolares.

Las aventuras solían iniciar con el célebre “hogar, dulce hogar” que recitaba la protagonista, seguido del desarrollo de una trama que culminaba siempre con un valioso mensaje para los niños y sus familias.

Entre las fortalezas estéticas de La sombrilla amarilla se destaca la inclusión de canciones interpretadas por los propios protagonistas, como Amanecer feliz, de Rosa Campo; Canción de la vacuna y El reino del revés, de María Elena Walsh; Venga la esperanza, de Silvio Rodríguez; El patio de mi casa y La boda del sol y la luna.

La idea original de este multipremiado programa fue concebida por Ivette Vian, narradora, poeta, periodista y guionista de televisión, quien había estado promoviendo el proyecto durante años hasta que la joven directora Mariela López hizo realidad lo que parecía un sueño inalcanzable.

Una reciente encuesta llevada a cabo por el Centro de Investigaciones Sociales del ICRT reveló que La sombrilla amarilla continúa siendo uno de los programas más icónicos de la televisión cubana en las últimas décadas.

Según los internautas consultados, este programa tuvo un impacto significativo en la infancia de los cubanos de esa época e, incluso, sigue teniendo relevancia entre los niños actuales, ya que las tres temporadas de la serie, que constan de alrededor de 100 capítulos, han seguido estimulando la creatividad de las generaciones posteriores.

El paso del tiempo se hace evidente en la apariencia de los jóvenes que interpretaron a Chele y Albertico, quienes ahora rondan los 30 años. Ingrid Cruz, tras mantenerse vinculada a la actuación en su adolescencia, hoy se dedica a su familia y a su carrera en Ingeniería Hidráulica, mientras que Rubén Araujo continuó en el ámbito artístico y se mudó a España hace unos años.

Varios actores y actrices de esta serie también han dejado la isla, incluyendo a Norma Reina, quien hace poco se presentó por primera vez en un teatro en Miami, donde reside actualmente.

Sobre su emblemático personaje, Reina ha expresado en entrevistas que Marcolina la ayudó a comprender mejor a los niños, a ser una madre para todos ellos, a quererlos. “Me parezco a ella porque siempre he amado a los niños y disfruto de la fantasía. La diferencia es que cuando me enciendo, soy un poco más fuerte,” compartió entre risas.

Los creadores de esta rareza televisiva han dispersado por todo el mundo, pero la nostalgia los une irremediablemente cuando se enciende un televisor y la música anuncia el milagro: “Ya empezó La sombrilla amarilla./ Vamos, ven a la casa de Marcolina./ Hallarás tu fantasía,/ juegos y emociones cada día.”

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