Foto: Jorge Luis Borges
Texto: Karla Castillo
Recientemente se celebró el Día de la Candelaria en Cuba y, por esta ocasión, los salones de belleza no se llenaron de clientes en busca de cortes de cabello, siguiendo así una tradición arraigada en el país y en diversas partes del mundo.
Desde que la pandemia de Covid-19 ha afectado a esta isla, los salones han tenido que cerrar en múltiples ocasiones. Para este año, las tijeras profesionales quedaron guardadas, y se retornó al tradicional corte de puntas en casa.
Cada 2 de febrero se conmemora el día de la Virgen de la Candelaria, una costumbre que persiste a lo largo del tiempo. A pesar de que muchos pueden no conocer su significado, es ampliamente sabido que es un día en el que, supuestamente, cortar las puntas del cabello promueve un crecimiento más vigoroso y saludable, y lo mismo ocurre con las plantas al ser podadas.
Los orígenes de esta tradición se encuentran en la ley religiosa judía, donde una mujer quedaba impura tras dar a luz. Después de 40 días, debía acudir al Templo de Jerusalén para ofrecer en sacrificio una paloma o una torcaza, lo que la purificaba.
Para los católicos, esta fecha marca los 40 días posteriores al nacimiento de Jesús, el 25 de diciembre, cuando María y José fueron al Templo para realizar su sacrificio y presentar al niño.
En Cuba, es venerada por muchas personas, siendo además la patrona de cinco localidades: Candelaria en Artemisa; Consolación del Sur en Pinar del Río; Ceiba Mocha en el municipio de Matanzas; Morón en Ciego de Ávila, y Wajay en Boyeros, La Habana.
Aunque científicamente no se ha comprobado que el corte de cabello tenga los beneficios que se le atribuyen, hay quienes aseguran haber experimentado milagros con sus melenas.
Es cierto que cortar las puntas, en cualquier fecha, contribuye a que el cabello esté más sano, ya que se eliminan las partes más antiguas y dañadas, que han sufrido las agresiones del sol, el calor y otros factores diarios.
Con la pandemia en el horizonte, este año se optó por sentarse frente a abuelas y madres, quienes asumieron el rol de peluqueras, retrocediendo a la tradición de antaño, como probablemente ellas lo hicieron en su infancia, y reviviendo esos momentos gracias al aislamiento provocado por el coronavirus.