El INDER en la búsqueda de una nueva «mentalidad económica»

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Hace unos días, una noticia inusual se volvió viral en las redes sociales: después de meses de escasez energética que obligó a los peloteros cubanos a competir bajo un sol implacable para evitar encender las luces de los estadios, el “José Antonio Huelga” de la provincia de Sancti Spíritus se iluminó durante gran parte de la noche, y no precisamente para realizar partidos de béisbol, sino para un concierto de reguetón.

Aunque las instalaciones deportivas se utilizan en todo el mundo y también en Cuba se han destinado para albergar eventos musicales masivos, lo cuestionable en esta situación —al menos para una parte de la población que reaccionó con enojo— fue el hecho de gastar energía en un evento que generaría ingresos, mientras se argumenta la crisis energética para prohibir los juegos nocturnos.

El incidente del Huelga podría considerarse un caso aislado si no fuera porque a pocos metros de allí, otra instalación del INDER, la Sala Yara, acogió recientemente un espectáculo del Circo Nacional de Cuba —con cargo adicional, por supuesto—, encendiendo todas sus luces para las funciones.

No obstante, la propia sala tiene prohibido encender esas mismas luces para el trabajo diario de sus especialistas y profesores, ya que, según declaraciones de fuentes del INDER, la institución no dispone de presupuesto suficiente para pagar las altas tarifas del servicio eléctrico habitual.

El descontento ha estallado, una vez más, en las redes sociales, donde los padres de un grupo de niñas que practican gimnasia allí han compartido fotos de sus hijas prácticamente a oscuras, iluminadas solo por los teléfonos celulares de familiares y amigos.

Aparte del peligro que representa la oscuridad y el deterioro del tabloncillo del centro deportivo, es lamentable que las luces se enciendan cuando se pueden obtener beneficios económicos, pero se apaguen para niñas que aspiran a ser gimnastas, para grupos de abuelos y practicantes de wushu.

No debería ser esa la “resistencia creativa” que se menciona desde la dirección del país. No debería ser que, en nombre de la llamada cultura económica, los funcionarios del INDER busquen únicamente recaudar, mientras les cuesta devolver a la comunidad, con un mínimo de calidad, lo que siempre ha sido de ella: los espacios para disfrutar del deporte y el ocio saludable.

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