La espera: Noticias de Cuba 360

Lo más Visto

Texto: Jorge Suñol

Foto: Jorge Luis Borges | CN360

No hay una canción que encaje en este momento. O puede que sí, pero he optado por el silencio. Aún no estoy seguro de si ha sido la mejor decisión.

Sería demasiado doloroso buscar las canciones que mis amigos dejaron en mi lista de reproducción. Y no quiero quedarme atrapado en ese ciclo. Me resisto. Aunque, en secreto, de vez en cuando, en la madrugada, me encuentro revisando archivos de fotos para recordar cómo era todo, que, probablemente, no volverá a ser.

La nostalgia, el tiempo, los abrazos, los secretos, el llanto, el riesgo; la espera es cruel e incierta. Los kilómetros malditos y el aeropuerto. Una isla en metástasis. Las palabras atascadas en la garganta.

Septiembre y el 2022 ya han sido tristes. Prefieres pensar que solo es una racha, un bajón, que todo llegará, que los días se van a enderezar. No haces otra cosa que llenarte de preguntas. Cambia tu palabra favorita. Ya no es Isla, esa que te tatuaste en el brazo y con la que sangraste hace un par de años.

Ahora es Luz, que estaba en la segunda posición, pero ha pasado a ser la primera de muchas, dejando, al menos, una sensación de esperanza, como cuando te aseguran que la electricidad no será cortada durante el día, las guaguas vienen vacías, la gente te desea buenos días, nadie en el Noticiero clama consignas, se van a reuniones para resolver problemas. Pero ese país no existe. Y uno, como el país mismo, tiene derecho a cambiar. A ser libre.

De alguna manera, para no volverte loco, te aferras a ese pequeño fragmento, te agarras con fuerza y cierras los ojos, rezando para que todo mejore. Y recuerdas que hace apenas 4 años escribiste un texto muy diferente a este.

La chica que me hizo más feliz en la universidad llenó una mochila y comenzó su viaje hacia Panamá como primer destino. La encarcelaron en México. Hasta que, con los nervios a flor de piel, finalmente logró su objetivo: llegó a Estados Unidos. Meses después de poner pie en suelo americano, ya tiene su casita en «el yuma». Hace unos días charlábamos como tantas veces, pero algo hizo que esta conversación fuese diferente. Me confesó que no es feliz, que vive con la constante preocupación por su familia en Cuba, que está estresada y que realiza más de lo que puede. Solo me queda animarla con lo mismo que trato de decirme a diario en esta orilla: pedirle que no se derrumbe.

Es completamente normal que los amigos se vayan uno tras otro: cuando todo se desmorona, el instinto de supervivencia prevalece sobre muchas otras cosas. Y aunque desees tenerlos cerca, te alegras por ellos, evitas despedidas traumáticas y catarsis, y solo logras abrazar con fuerza, con la esperanza de que “ojalá nos veamos pronto”, “nos tomaremos unas cervezas en Madrid” o “iremos juntos a otro concierto de Coldplay en Chicago”. El país se está yendo y yo ya no quiero sentarme en el Malecón.

Pero lo más difícil no son las despedidas, lo más complicado comienza en el silencio. Es ese vacío que se agranda cada vez más. Lo más duro es no poder correr a casa de ellos porque necesitas contarles algo y, ya que algunos están en otra zona horaria, no te podrán responder por mensaje en ese momento. Lo más duro es la ausencia, lo más difícil son las llamadas que cada vez son menos. Los “Te respondo más tarde. Ando a full”. Uno tiene que entenderlo, aunque cueste.

Últimamente he encontrado un refugio. Voy a la costa con frecuencia y me siento horas observando cómo las olas impactan contra el arrecife. Es un verso tras otro. Fotográficamente perfecto. Fumo un par de cigarros para calmar mi ansiedad.

Me aprieta el pecho pensar que por ese mar, emigrando, han muerto miles y miles que continúan intentando. Pongo una canción que me alza el ánimo. Y espero a que el sol se esconda. Miro el cielo. Le envío una foto a mis amigos. Y, sin querer, entramos en catarsis. Abrimos viejas heridas y tratamos de sanarlas. Tratamos. La pregunta ha dejado de ser: ¿por qué te fuiste? Ahora la pregunta es: ¿por qué nos quedamos?

Más Noticias

Últimas Noticias