La reciente Milán ecológica | Noticias 360 de Cuba

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Foto: Antena 3

Para las nuevas generaciones, lo que puede parecer una simple escena de la película Conducta, las gomas de borrar eran un elemento esencial en las cartucheras de los estudiantes de finales del siglo XX. En Cuba, durante los años noventa, las gomas de la marca Milán fueron de las más utilizadas, en un periodo conocido como el Período Especial. Con una alta demanda y una oferta limitada en el mercado cubano, todos los que vivieron en esa época tuvimos alguna Milán en nuestras mochilas. De hecho, creo que aún conservo una; la vi el otro día en la esquina de una gaveta, aunque ahora está más dura que una roca y ha perdido su brillo blanco original.

Las gomas de borrar eran más que un simple accesorio escolar para los cubanos; se convertían en un recurso perfecto para los conocidos “chivos” durante los exámenes y en el lugar ideal para escribir la clásica pregunta de “¿quieres ser mi novia o novio?” (aunque para esto había que hacerlo con letra más pequeña, casi en clave). Lanzarlas se transformaba en una forma de juego, broma e incluso en un método de castigo si quien las lanzaba era un profesor o el líder de la clase. En mi grupo había un niño que no lograba conservarlas por mucho tiempo; o bien se las comía o se las desmenuzaba en pequeños trozos para lanzarlas como “tacos” con una liguita que siempre llevaba en el bolsillo de su uniforme, lo que provocó más de una “advertencia” de los maestros. Recuerdo que un día me pidió una prestada; yo siempre llevaba dos, así que le di una Milán verde, la típica cuadrada con las letras de la marca en diagonal, y le dije: “quédatela, yo tengo más en casa”.

Quizás esa fue la última Milán verde que tuve en mis manos, ya que esta semana la compañía española de papelería ha anunciado que dejará de producir esta reconocida versión del modelo 430, que resulta ser su producto más popular, según datos de The New Barcelona Post. Aunque aún no se conocen las razones de esta decisión, es muy probable que la goma verde se convierta en un artículo de interés para muchos coleccionistas, tanto dentro como fuera de la isla. Ahora me pregunto qué habrá sido de mi última Milán verde, si terminó siendo comida, mutilada, lanzada o simplemente guardada en un cajón por aquel compañero travieso cuyo nombre no logro recordar. Pero como dicen que el verde es el color de la esperanza, prefiero aferrarme a esta opción optimista y conservar la que aún tengo, por si acaso la marca decide dejar en su catálogo solo la versión de tono rosa.

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