Fotografías: Ryanny Torna
Hoy se cumple el tercer día en el que la gran mayoría de los cubanos nos despertamos sin acceso a Internet en nuestros datos móviles. Esto ha dejado a muchas personas incapaces de comunicarse con sus familiares en el exterior, negocios que han cerrado debido a su dependencia de plataformas digitales para funcionar, y pacientes que no logran obtener los medicamentos necesarios, a pesar de su alto costo, a través de grupos en Telegram o WhatsApp para aliviar dolencias o enfermedades agudas. Hay un pueblo prácticamente desconectado del resto del mundo.
En las calles, la policía pide el carné de identidad especialmente a los cubanos de origen humilde. Existen reportes no confirmados de que ayer, en varias localidades del país, surgieron personas armadas con machetes o se incendiaron tanques de basura. Además, se observaron grupos de personas vestidas de civil, listos para reprimir, y jóvenes guiados por la policía con palos. No todos los cubanos comprenden completamente lo que está sucediendo, pero el clima de tensión ha aumentado debido a la represión policial.
En el ámbito internacional, nadie, sin importar sus inclinaciones políticas, entiende el llamado al combate instado por el presidente, pidiendo a “comunistas” y “revolucionarios” que salgan a la calle, cuando lo que realmente se necesitaba era escuchar a la gente, al pueblo. Esa invocación sonó como un peligro para muchos; el presidente cubano apeló al combate precisamente cuando la función principal de la política debería ser mantener la estabilidad en tiempos de crisis.
Existen informes sobre personas detenidas y manifestantes heridos, así como de agresiones a policías. Hace no mucho tiempo, Cuba aprobó una nueva constitución con el respaldo de una mayoría de cubanos. Los medios estatales interpretaron lógicamente la aprobación de la Carta Magna como un gran apoyo a la revolución. Sin embargo, este domingo, también salieron a las calles muchas personas que habían respaldado esa multitud, y que se encontraban allí, representando a la masa de manifestantes que se congregó horas antes.
El deber de cualquier gobierno debería ser representar a todos por igual, ya sea a quienes lo apoyan, a quienes lo critican o a quienes se encuentran en sus antipodas ideológicas. Cuba es un país que ha cambiado, con miles de jóvenes nativos digitales que no temen expresar sus opiniones en redes sociales y no deberían ser detenidos ni criminalizados por ello. La obligación primordial es escuchar a todos, eliminar los marcos tan restrictivos para la crítica y dejar de clasificar a los cubanos en revolucionarios, comunistas o contrarrevolucionarios. Lo único cierto aquí es que todos somos cubanos.
Además, ¿qué significa ser “revolucionario”? ¿Qué implica ser comunista? La política debe gestionarse desde la ética, desde el compromiso con todo el pueblo, basada en la inclusión. La prensa estatal cubana ha calificado lo sucedido como actos vandálicos, atribuyéndolos a delincuentes o mercenarios. Han agrupado en una única categoría a cubanos muy diversos, lo que resulta injusto.
Ayer, los medios oficialistas volvieron a cometer el error de ignorar a una gran cantidad de cubanos.
El país debe salir de esta situación sin que la violencia aumente. El llamado a salir a las calles desde la oficialidad, que se interpreta lógicamente como un intento de reprimir las diferencias, es comparable al que hacen otros para intervenir militarmente en Cuba, sugiriendo que nosotros, tus hijos, mi madre, tus hermanos o cualquiera de nosotros seríamos quienes paguemos las consecuencias.
Ningún cubano, de ninguna ideología, debería ejercer la fuerza contra otro cubano que simplemente se manifiesta de manera pacífica, ni hacerse eco de palabras que incitan a la violencia, ni de convocatorias que podrían terminar en la destrucción de vidas.
Cuba no es solo un territorio físico. También es un territorio espiritual que llevamos dentro y que deberíamos hacer existir de la mejor forma posible.
Las calles están tomadas por la policía, mientras la gente continúa manifestándose en ciertos lugares y hay madres esperando que liberen a sus hijos. Esa espera es, al mismo tiempo, la espera de todos los cubanos.
Hay momentos en la política y en la vida de los que no se regresa.