Foto: RL Hevia
Este domingo, a las cuatro de la tarde, el sistema energético nacional volvió a colapsar tras otro intento fallido del Gobierno cubano de proporcionar un servicio básico a la población: la electricidad.
Según una breve nota emitida por el Ministerio de Energía y Minas, «se produjo otra desconexión del Sistema Eléctrico Nacional (SEN). Inmediatamente comenzó el trabajo de restablecimiento».
En esta ocasión, informaron que el colapso se desencadenó tras un disparo en la Central Termoeléctrica 10 de Octubre 5, ubicada en Nuevitas, Camagüey, lo que afectó desde Ciego de Ávila hasta Holguín y posteriormente se desconectó la parte occidental debido a disparos de las patanas.
Ahora se requiere restablecer el sistema desde el inicio, un proceso que tomará al menos varias horas, lo cual resulta desesperante, dado que en La Habana hay barrios que no cuentan con electricidad desde hace más de 50 horas.
En el momento del colapso en la capital, había «91 circuitos operativos para un total de 192 MW. Existen 260,016 clientes con electricidad y solo quedan por conectar 5 hospitales y cuatro fuentes de abastecimiento de agua», informó la Empresa Eléctrica del territorio.
Además, se había logrado restablecer la conexión desde el Sistema Eléctrico Nacional a la una de la tarde, sin embargo, la situación técnica de las termoeléctricas y la generación distribuida sigue siendo tensa debido a los años de explotación y la falta de inversiones para adquirir repuestos.
En una conferencia de prensa antes del colapso, el ministro Vicente de La O Levy explicó que tras la caída del sistema es necesario generar electricidad «porque una termoeléctrica no arranca sola», y para ello se diseñó un protocolo con las unidades de Energas.
Según medios oficiales, «es una operación extremadamente compleja debido a las múltiples variables que intervienen. Es crucial mantener un equilibrio entre el consumo y la generación. Lo primero que se debe hacer es un diagnóstico».
Solo queda esperar a que se disponga de todos los recursos desde el inicio para ver si, en esta ocasión, logran mantener en funcionamiento un sistema que, en sí mismo, ya se encuentra colapsado.