Foto: OLAFUR STEINAR GESTSSON | AFP
En el día de hoy, la etiqueta Copenhague se ha vuelto viral en Twitter, no necesariamente por el concierto del artista británico Harry Styles que se celebrará el domingo por la noche en el Royal Arena de la capital danesa. Una hora antes de este esperado evento, y a escasos metros del lugar, se produjo un tiroteo. La calma nórdica que suele caracterizar a la emblemática nación de la sirenita se vio perturbada por un supuesto ataque que ha dejado un saldo de tres muertos: dos adolescentes y un hombre de 47 años, además de varios heridos, cuatro de ellos en estado crítico.
De acuerdo con un informe del diario El País, la policía local ha descartado la posibilidad de un atentado terrorista, identificando al autor de los hechos como un ciudadano danés de 22 años con antecedentes psiquiátricos, quien eligió a sus víctimas al azar. Testigos relatan que el agresor, armado, intentó engañar a los presentes diciendo que su arma era falsa. Durante la noche, se cerraron las cuentas de YouTube e Instagram del sospechoso.
El suceso ocurrió en Field’s, el centro comercial más grande de Dinamarca, ubicado en las afueras, a apenas 300 metros de uno de los hoteles más sostenibles del mundo, el Crowne Plaza Copenhaguen Towers. Este hotel, que alguna vez fue considerado «el más ecológico del mundo», fue testigo del impactante incidente en el barrio de Amager, donde a solo 650 metros se llevaría a cabo la presentación de Styles, quien se manifestó en redes sociales expresando su «conmoción».
El último ataque de esta naturaleza se registró en febrero de 2015 en la capital de uno de los países que lideran los rankings globales en materia de educación, derechos sociales, equidad y calidad de vida. No obstante, El País señalaba en mayo de 2017 algo que ha sido destacado por numerosos medios: la soledad, la depresión y las altas tasas de suicidio en países nórdicos como Finlandia, Suecia, Noruega, Islandia y Dinamarca.
La falta de comunicación, un mal endémico de la sociedad escandinava que regularmente se ubica entre los primeros puestos de los países más felices del mundo, agrava la vulnerabilidad de las personas que padecen enfermedades mentales.