Fotos: Roy Leyra | CN360
Alexander Abreu se presentó en el café Miramar de La Habana para lanzar su nuevo disco, Pueblo Griffo. En este espacio, ubicado en uno de los pulmones del municipio Miramar, le aguardaban varios miembros de su orquesta, Havana D’Primera, así como un grupo de periodistas y seguidores.
Abreu saludó a varios amigos que lo esperaban en la entrada del local, además de personas relacionadas con su sello discográfico, Páfata, que tiene sede en Barcelona. Se acomodó en el puesto reservado para él frente al escenario y fue recibido por el revuelo de los flashes, hasta que un momento se perdió entre las luces. El músico tenía dos motivos para celebrar: la presentación del disco coincidía con su cumpleaños 47, y el evento se convirtió en una celebración por todo lo alto.
Abreu dedicó este disco a su tierra natal, Pueblo Griffo, en la provincia de Cienfuegos. Los músicos coinciden en que el álbum fue creado con mucho amor. Sin embargo, en este caso, el amor es una categoría extra-artística que no se puede utilizar para medir esta obra, ni tal vez ningún otro producto musical.
Pueblo Griffo, más allá de cualquier adjetivo común, es una obra completa y equilibrada dentro de la música popular bailable. Si se le pudiera criticar a su creador, sería por mantener los mismos códigos de sus trabajos anteriores, sin resaltar como un producto completamente innovador en su discografía.
No obstante, como se mencionó, es un disco cuyas características han sido muy bien pensadas, con ejecuciones rítmicas sobresalientes, canciones con un discurso sólido y un diseño conceptual excelentemente elaborado por Abreu, que es una de las mentes más brillantes de la música bailable en Cuba.
Como digno sucesor de los íconos de Tima, el trompetista presentó en este álbum 12 canciones que escribió en diferentes momentos de su carrera. Entre estas destacan títulos como Secuestro, Contraseña, Cinco minutos de fama, La chica del escenario y, por supuesto, la que da nombre al fonograma. El resultado es evidente: una obra ajustada a las preferencias de los bailadores y a las actuales inclinaciones de Abreu, quien ya ha aportado obras trascendentales a la historia reciente de la música cubana, como La Bailarina y Pasaporte.
Pueblo Griffo se suma a sus álbumes anteriores: Haciendo Historia (2009), Pasaporte (2012), La Vuelta al Mundo (2015), Cantor del Pueblo (2018) y el DVD Haciendo Historia (2016). Todos estos trabajos siguen una línea bien definida en su propuesta sonora y su manifiesto interés por actualizar los elementos de la música popular cubana. Por esta razón, es uno de esos artistas que ya está a la vanguardia de la música nacional, sin mayores etiquetas.
Su obra, más allá de su interés en la tradición o en la ruptura, refleja su propia interpretación de la música cubana y lo que desea alcanzar con su orquesta, compuesta por músicos que han logrado una notable cohesión, un empaste sonoro que se percibe tanto en las grabaciones como en los escenarios.
Durante una pausa en la conversación con la prensa, el trompetista habló con Cuba Noticias 360 sobre su trabajo en el proyecto Sindicato del Ritmo, en el que colabora con otros músicos cubanos como Miguel Núñez y con rockeros mexicanos como Emmanuel del Real, de Café Tacvba.
En este proyecto, bajo la dirección musical de Demetrio Muñíz, los músicos ofrecen sus propias versiones de himnos del pop rock latino en una suerte de divertimento musical, que tiene como fondo un pensamiento cultural de gran envergadura, atravesado por los distintos fenómenos transnacionales que hoy definen lo que se ha denominado comercialmente como músicas del mundo.
“Siempre estoy buscando maneras de defender la música cubana y colaborar con músicos de todas partes”, expresó.
Al finalizar la presentación, un pastel lo esperaba, así como algunos cantos festivos. Sopló las velitas de su 47º cumpleaños con la certeza de que ahora se enfrenta a la prueba de fuego: someter su Pueblo Griffo a la energía de los bailadores.