Desde ayer, Japón ha declarado un estado de emergencia sanitaria debido a un nuevo aumento en los casos de COVID-19, justo a 90 días de la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que habían sido pospuestos.
La capital japonesa es uno de los lugares más críticos, junto a Osaka, Kioto y Hyogo, que son regiones en el oeste del país.
El primer ministro japonés, Yoshihide Suga, anuncio la nueva alerta el pasado viernes, aunque las medidas comenzaron a aplicarse desde el 25 de abril y estarán vigentes hasta el 11 de mayo.
A diferencia del anterior estado de emergencia, que solo requería ajustes en los horarios de apertura de los establecimientos, esta vez se exige el cierre de tiendas que vendan bebidas alcohólicas, grandes almacenes y algunos centros comerciales.
El doctor Shigeru Omi, uno de los principales asesores del gobierno sobre la pandemia, advirtió que las medidas podrían ampliarse si la situación sanitaria no mejora.
Con estas nuevas restricciones, el gobierno japonés pretende disminuir el movimiento de personas y controlar la propagación del virus.
Aunque este tercer estado de emergencia no conlleva un confinamiento total de la población, sí establece limitaciones en la presencia de ciudadanos en espacios públicos y reduce los horarios de los servicios de transporte.
Estas nuevas disposiciones coinciden con el periodo vacacional más importante de Japón, conocido como la Semana Dorada, un momento en el que muchos japoneses viajan y visitan a familiares y amigos.
“Esta alerta tiene como finalidad reforzar las medidas en restaurantes y bares durante las vacaciones de la Golden Week y frenar el movimiento de personas”, explicó el primer ministro.
Pese a estas restricciones, las autoridades aseguran que las medidas de emergencia no afectarán la organización de los Juegos Olímpicos de Tokio, programados para comenzar el 23 de julio.