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Texto: Fede Gayardo
El celebrado escritor Mario Vargas Llosa falleció este domingo en Lima, Perú, a la edad de 89 años, según anunció su familia a través de sus redes sociales.
Su hijo, Álvaro Vargas Llosa, publicó en Twitter un emotivo mensaje en el que afirmó que “su partida entristecerá a sus parientes, amigos y lectores a lo largo del mundo, pero esperamos que encuentren consuelo, al igual que nosotros, en el hecho de que disfrutó de una vida larga, variada y productiva, dejando tras de sí una obra que lo sobrevivirá”.
La muerte del ilustre autor también representa el adiós al último vestigio de una generación que transformó la narrativa latinoamericana durante el ‘boom’, en la que se incluían figuras esenciales como el colombiano Gabriel García Márquez, el argentino Julio Cortázar y el mexicano Carlos Fuentes.
Sus obras se caracterizaron por la constante búsqueda de nuevas técnicas y por la fusión de tonalidades tan diversas como la tragedia, el humor y el amor. A lo largo de su amplia trayectoria, Vargas Llosa recibió numerosos premios que han cimentado su legado.
Entre ellos se encuentran el Premio Nobel de Literatura en 2010, el galardón Biblioteca Breve en 1963 por “La ciudad y los perros”, el Premio Rómulo Gallegos (que también le valió el Premio Nacional de Novela del Perú) por “La casa verde” en 1967, el Premio Cervantes en 1994, así como el Premio Príncipe de Asturias en 1986, el galardón de la Paz de los Libreros de Alemania otorgado en la Feria del Libro de Fráncfort en 1997 y el Premio Planeta por “Lituma en los Andes” en 1993. Además, formó parte de la Academia Peruana de la Lengua desde 1977 y de la Española desde 1994.
Nacido en Arequipa en 1936, el caudal literario de Vargas Llosa abarca tanto narrativas marcadas por la crítica social y política como relatos que profundizan en lo íntimo y en la experiencia humana.
Su carrera no estuvo libre de controversias. Al principio, fue un ferviente defensor del comunismo, llegando a afirmar en 1967: “que América Latina ingrese de una vez por todas en la dignidad y en la vida moderna, que el socialismo nos libere de nuestro anacronismo y nuestro horror”. Sin embargo, su desencanto con la Revolución cubana se evidenció tras la encarcelación del poeta Heberto Padilla, exigiendo su liberación junto con otros intelectuales.
Su relación con Cuba y los escritores cubanos ha sido compleja y, a la vez, profundamente enriquecedora. Algunos lo consideran un ferviente defensor de la libertad, cuyos cuestionamientos al gobierno cubano resonaron en un sector de la sociedad de la isla que anhelaba espacios de diálogo y cambio.
Esta dualidad, que oscila entre la admiración por la riqueza cultural y humana del Caribe y la profunda discrepancia frente a las restricciones políticas, marcó su interacción, en ocasiones polémica, con el pensamiento de algunos intelectuales escritores de la isla.
Posteriormente, su posicionamiento político se inclinó hacia la derecha tradicional peruana, convirtiéndose en un crítico acérrimo del autoritarismo, lo que lo llevó a adquirir la nacionalidad española en 1993 para evitar lo que él describió como “ser un paria” bajo el régimen de Alberto Fujimori. No obstante, 30 años después, en 2021, solicitó el voto para la heredera política de Alberto Fujimori, Keiko Fujimori.
En años recientes, su voz se alineó con figuras internacionales, manifestando apoyos a políticos como Mauricio Macri y Javier Milei en Argentina, Carlos Mesa en Bolivia, José Antonio Kast en Chile, Rodolfo Hernández en Colombia y Jair Bolsonaro en Brasil.
La vida y obra de Mario Vargas Llosa, que supo navegar con maestría entre la literatura, la política y la controversia, deja un legado indeleble que seguirá dialogando con las futuras generaciones, reafirmando su estatus como cronista incansable de los entresijos del poder.